tag:blogger.com,1999:blog-44781032103151813082024-03-05T14:04:51.399+01:00Los libros del azar(Apuntes de un lector)a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.comBlogger44125tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-17305705866513098662011-07-19T10:20:00.004+02:002011-07-22T00:20:39.107+02:00Vicio propio, Thomas Pynchon<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqOS0w-vEm9TzpvkPNVpOxY0Fk5LnMLgPazBnKkWc3SbIiuCYHE-nyVCAGhn6ic9mknic0fVv9OwW1aCAp66LPo32y7odzcykK7-2VAVZk_DMI_FQG1uI-MIIS_gyhyphenhyphenk44gMkHgAREKbg/s1600/images.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 154px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjqOS0w-vEm9TzpvkPNVpOxY0Fk5LnMLgPazBnKkWc3SbIiuCYHE-nyVCAGhn6ic9mknic0fVv9OwW1aCAp66LPo32y7odzcykK7-2VAVZk_DMI_FQG1uI-MIIS_gyhyphenhyphenk44gMkHgAREKbg/s200/images.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5631029655753611490" /></a><br />A la gente le gusta despeñarse. Algunos reducen a la mínima expresión los mecanismos de control que actúan sobre el vuelo. Más ahora, con déficits tremendos de atención y de silencio, cuando la no siempre cierta promesa de una larga esperanza de vida mayora, sin especias, las aceleraciones con que atraen los abismos a sus víctimas calientes. <br /><br />Hay fenómenos gravitatorios en los deseos. Hombres-pluma rodando hacia los centros de su animalidad, olvidando (en el mejor de los casos) los cansados milenios de la especie, guardando en un cajoncito del despacho la pistola schopenhaueriana del disgusto irresoluble. Directos al penúltimo círculo de Dante, este tipo de zombis cuaja sombras en cada paso dado, crea enemigos grandes como los gigantes de las tablillas sumerias o del <em>Génesis</em> o de... Bueno.<br /><br />La obra de Pynchon, aunque a veces despiste con los siglos y los años, es siempre actual y subversiva. Lo que ocurre es que Pynchon conoce muy bien el género (el humano, la novela). Sabe que las infinitas combinaciones genéticas de nuestra especie producen un número reducido de posturas vitales; sabe que la mayor parte de las noticias de nuestros periódicos y telediarios apenas hay sufrido variación, en su fondo, a pesar de los siglos. <br /><br />Pynchon es un juerguista de la observación y la vida le gusta. Eso se nota en la vitalidad de sus personajes, que rebosan humor y esa temporal sabiduría que otorga la salud. Así es Doc, el detective, el personaje principal de <em>Vicio propio</em> (término legal que recomiendo aclarar antes o después para que dé su luz a la lectura). A Doc se le pierde la novia en la billetera de un multimillonario poco después de que el Hombre (si no mienten) pisara la Luna. Shasta, que así se llama, busca a su ex para proteger a su tipo: cree que a su rico amante le espera una trampa de su esposa. Este sencillo argumento inicial llevará a Doc a un largo paseo por el laberinto del alcantarillado de los homínidos bobos: la prostitución, las drogas, los paraísos fiscales, la colaboración de las instituciones democráticas con las mafia... La novela va escalando peldaños hasta lograr la plena identificación entre los poderes oscuros de la oscuridad y los poderes limpios de la oscuridad. El mecanismo no es nuevo. <br /><br />Doc, a ratos héroe y a ratos antihéroe, conseguirá pasearse entre conspiraciones y música maestra (Pynchon ya nos ha dado antes otras bandas sonoras) sin convocar a la muerte. No tiene grandes motivaciones para acercarse al peligro, pero no teme (y eso es una forma de confianza) al azar. Sabe que su miseria no es mayor que la de aquellos que la motivan, y en eso anda: viviendo por vivir entre drogas e iluminados, entre absurdos y mequetrefes, cuyas caricaturas, esta vez, se semejan a meras fotografías.<br /><br /><em>Vicio propio</em> es una de las obras más asequibles de este autor, pero no de las mejores. Hay un sacrificio del mejor Pynchon en estas páginas para obtener el mejor Doc y un ritmo rápido de tarantela popular. Es quizá necesario para un justo homenaje a la novela negra americana. El lector místico (el que ve lo que no está escrito) percibirá la potencia de la mirada Pynchon, sentirá que el género negro se le queda corto, que se calla, que se inhibe. Acabará prefiriendo, eso sí, al autor de <em>Mason y Dixon</em>, de <em>El arco iris de gravedad</em>; el mismo que vuela con cálculos que no se corresponden con los números de Bernoulli, el que la gente se queja de no entender, ese afilador de la atención que enciclompendia la Literatura. <span style="font-style:italic;">Vicio propio</span> es, casi lo firmaría, un aperitivo de balneario para lo que nos espera a los pacientes. Ya veremos.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-26426258609395065142010-10-26T01:54:00.005+02:002010-10-26T02:16:29.742+02:00La bella dama despiadada, Alain Chartier<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjfOZfFlkc8xprLGJ6yzub7qDpt6zPissWaGn0edGavpzPSC9Kj1WKcDnXqHMHqrsPZSlCvSlx-_Cesn2YxNGbHUSc0YnCRjL5u24f2Cbmvrd2NHTo4leYO38If3IfebnAKa4vBmVwgMk/s1600/images.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 133px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhjfOZfFlkc8xprLGJ6yzub7qDpt6zPissWaGn0edGavpzPSC9Kj1WKcDnXqHMHqrsPZSlCvSlx-_Cesn2YxNGbHUSc0YnCRjL5u24f2Cbmvrd2NHTo4leYO38If3IfebnAKa4vBmVwgMk/s200/images.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5532140822698564354" /></a><br />De Alain Chartier se ignoran las fechas de las tumbas. Se sabe que tuvo una vida corta, que trabajó para la corte francesa de la época (s.XV) y que escribió desde que supo. Poco más. Dejó poemas y escritos políticos, sátiras dedicadas a las instituciones de su tiempo, burlas didácticas empeñadas en apuñalar la estupidez (que, sin embargo, ha seguido impertérrita hasta nuestros días).<br /> <br />En 1996 Gredos publicaba una edición castellana de este libro. Se sabe que, al menos en catalán y en francés, ya circulaba por las manos intelectuales de la península poco después de la muerte del autor. <br /><br />Leí <span style="font-style:italic;">La bella dama despiadada</span> un día claro y soleado. Lo leí en voz alta, con esa voz de cura que me sale cuando tengo el alma herida. Trata el viejo tema del amor. El poema es un diálogo entre un enamorado y su amada. Él está enamorado, ella no. El tema, como es dicho y como es fácil afirmar por el principio de inducción de la experiencia, es viejo. Con no menos sorna lo escribía mi adorado Heine (quien no ha leído a Heine… ¿qué ángeles ha leído?) como cita al principio del capítulo XX de su <span style="font-style:italic;">Alemania</span>. Copio:<br /><br /><span style="font-style:italic;">"Ella era encantadora, y Él la amaba; Él, sin embargo, no era encantador, y Ella no le amaba." (Antiguo drama)</span><br /><br />Copio también ese principio elemental de <span style="font-style:italic;">Risa en la oscuridad</span>, de Nabokov:<br /><br /><span style="font-style:italic;">"Érase una vez un hombre llamado Albinus, que vivía en Berlín, Alemania. Era rico, respetable, feliz. Un día abandonó a su mujer por una amante joven; amó; no fue amado; y su vida acabó en un desastre.<br />Éste es el cuento, en suma, y podríamos haberlo dejado aquí si no fuera por el interés y el placer de narrarlo. Pues aunque basta el espacio de una lápida para contener, encuadernada en musgo, la versión abreviada de la vida de un hombre, los detalles siempre se agradecen."</span><br /><br />La verdad es que los detalles no siempre se agradecen, pero bueno. Lo cierto es que <span style="font-style:italic;">La bella dama despiadada</span> es un libro raro. Digamos que tiene… una versión profunda de los hechos. Me pasó la sombra (un tanto a toro pasado) de esos estudiosos que ven en el amor cortés una especie de Cábala cristiana. (Artículos hay en cualquier base de datos por si a alguien le interesa). Pero estoy convencido de que fueron imaginaciones mías, de que tal impresión se debió a la magistral composición de este poema. <br /><br />Lo leí con placer, le puse esos cojines al espíritu, canté el Hava Nagila. El enamorado cuenta las grandezas de sus sentimientos; los escucha una dama imperturbable que apela a la cordura de la peor forma posible: con ayuda del desprecio y de la indiferencia. Por ejemplo: él le cuenta a ella que se enamora de sus ojos, y ella le responde:<br /><br /><span style="font-style:italic;"><br />"Muchas ganas de sufrir tiene<br />Y mal guarda su corazón<br />Quien, frente a una sola mirada,<br />No cuida su paz y su gozo.<br />Quienquiera que os mire, yo u otra,<br />Los ojos son para mirar.<br />En modo alguno me preocupo,<br />Y a quien le duela, que se cuide." </span><br /><br />Es suficiente. Quien lo lea disfrutará, si no se distrae. Llegados a este punto no me atrevo a continuar porque amanecen puntos de tangencia en demasiados frentes. Una cosa es cierta: no siempre uno consigue lo que quiere. Pero ése es el camino de las Ítacas…a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-90261480276546987802010-09-19T04:02:00.003+02:002010-09-19T04:12:19.397+02:00El lago, E.L. Doctorow<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHtt5iYPApfEwZOKJ37wb4o1lk5ThslqeY7z8soNda3_bp3J9s9363Eb4xgRVL2cEKTP7ao-QlFAO9vmYjFek-ehCFDz1ZfHYvfVxEQnKmgPIQMgvnaD2DCgOxF73zdgtNPQ_gA8Xq1W0/s1600/Doctorow_Small.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 134px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjHtt5iYPApfEwZOKJ37wb4o1lk5ThslqeY7z8soNda3_bp3J9s9363Eb4xgRVL2cEKTP7ao-QlFAO9vmYjFek-ehCFDz1ZfHYvfVxEQnKmgPIQMgvnaD2DCgOxF73zdgtNPQ_gA8Xq1W0/s200/Doctorow_Small.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5518441239464684738" /></a><br />Este verano me dio por releer esta obra de Doctorow. Recordaba muy poco, casi nada de lo que pasaba por estas páginas que tenía, un día tras otro, justo detrás de mí y a la altura del lóbulo izquierdo de mi oreja. La juventud, la inercia de algún sentimiento obsesivo o desatento no me impidieron entender (aquella primera vez) que me perdía mucho. Todo hubiera quedado ahí, pero frente al ordenador todavía pienso, es decir, cambio de posición, y siempre me encontraba con EL LAGO (justo encima del rombo seccionado de Argos-Vergara), y yo tuve siempre esa tendencia infantil a abrir los aparatos de radio y los ojos de aprender. <br /><br />Años 30. La Gran Depresión en EEUU. Personajes absurdos con variable poder adquisitivo, con una lucidez intermitente producto más que nada de la probabilidad, escriben esta novela coral que rezuma ironía, inteligencia, humor y acrobacias posmodernas. Desconcertante al principio, la novela no tarda en merodear el entusiasmo del lector. Diálogos a ciegas, poemas exagerados llenos de verdades y humor, párrafos de una genialidad sobrecogedora, situaciones grotescas que obligan por contraste a mirar a lo lejos. Lectura rápida y placentera como pocas. <br /><br />Mención aparte haré de Clara, uno de los personajes, que Doctorow retrata en tres párrafos distantes con una precisión de reloj atómico.<br /> <br /><em>“Creo que era inconsciente de su don, del hecho de que su presencia ocupaba un gran espacio moral a su alrededor, aunque era sorprendentemente menuda, el cuerpo de huesos pequeños con hombros angostos. No había nada imponente en ella excepto la alarmante dimensión de sus estados de ánimo.” </em>(Nótese que la descripción física deviene mera apostilla de la otra). <br /><br /><em>“Siempre era así, intensa y directa con aquello en que se fijara aunque fuera un insulto para todo lo demás. No era esnobismo ni nada semejante… de hecho ella no era consciente de su interés por una situación y creo que aquél era el núcleo de su fuerza y de su efecto. No entendía nada de cortesía en el sentido de que no se sentía sujeta a ella. Proclamaba sus sentimientos y sufría las consecuencias.”</em><br /><br /><em>“Clara tenía una visión despiadada del mundo. Carecía de principios visibles. Cada uno de sus estados de ánimo y de sus sentimientos era intenso y fiel a sí mismo… aunque no al anterior ni al posterior. Se encendía y se apagaba como las horas del día.”</em><br /><br />Y luego el humor desatado en torno de Warren Penfield… yo casi me llamo así. Qué grande Doctorow. Da cierta pena hablar de un libro difícil de encontrar, porque el énfasis por compartir acaba obstaculizado por las rudas tareas de la edición, la distribución, y cosas similares. Ahora lo pienso y casi se me van los ánimos, pero la Transformada de Laplace también tiene inversa. Porque vuelvo a repasar el libro y me encuentro con algunas frases subrayadas:<br /><br /><em>“No sabría explicar qué quería yo de la pobre Libby pero todo lo que hacía era para conseguirlo.” </em><br /><br /><em>“Cuando no eres nadie y no tienes nada, dependes de tus desgracias para respetarte a ti mismo.”</em><br /><br /><em> “Me he pasado la vida entendiendo sentimientos, sí, los míos y los de los demás, a eso me dedico, eso es lo que hacen los poetas, eso es lo que se supone que hacen los poetas.”</em><br /><br /><em>“Ni una sola vez reflexioné en la forma peculiar de plegarse a mis deseos que tenía la vida en los últimos tiempos.”</em><br /><br /><em>“Pasamos por puentes de hierro con suelo enmaderado recuerdo ríos congelados con remolinos de espuma amarilla recuerdo bosques enteros de siemprevivas cristalizadas en hielo, luz pulverizada, tuve que atarme un trozo de cartón sobre los ojos para ver el camino.”</em><br /><br />Inolvidable novela de este viejo profesor que sigue (eso sí pueden comprobarlo) en buena forma. El aire decadente de sus personajes se funde con la percepción de un espacio vasto como el mapa de su patria (la de ellos, o la de él). Desde la fealdad y lo rocambolesco Doctorow tiende un puente por el que pasa un hilo de inteligencia última. Que... ¿adónde va? Al lector, claro, al lector.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-58189139656348772132010-06-19T01:40:00.008+02:002010-06-20T10:09:50.224+02:00Viaje en torno de mi cráneo, Frigyes Karinthy<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVmolYGZdBYA7icY1XWBkvBP-ah0X5Oi66_IKFK-1sNMAuJw_NQPd3pmX5zsvxRunwmplTbgSn_Y7qkSHAMMk7jw0NJlsYBq3O2OPAFcFivkPj9NEXhPKD2_uIHm-RmzBGiIZ3RuznYPI/s1600/071007cerebro2.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 170px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjVmolYGZdBYA7icY1XWBkvBP-ah0X5Oi66_IKFK-1sNMAuJw_NQPd3pmX5zsvxRunwmplTbgSn_Y7qkSHAMMk7jw0NJlsYBq3O2OPAFcFivkPj9NEXhPKD2_uIHm-RmzBGiIZ3RuznYPI/s200/071007cerebro2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5484268820619228082" /></a><br />Frigyes Karinthy fue un escritor húngaro de principios del siglo XX. Gozó de gran reconocimiento en su país. Escribió cuentos, novelas, poesía. Su escritura, como buena parte de los vivos, fue humorística al principio, luego se tornó irónica y más tarde se trufó de cinismo. <br /><br /><em>Viaje en torno de mi cráneo</em> es un libro peculiar. Frigyes Karinthy narra los días que transcurren desde la aparición de los primeros síntomas del tumor cerebral que padeció hasta que es operado (en Oslo) y dado de alta. No se me ocurre otro tema más anti-literario que éste. Tampoco acabo de comprender cómo ángeles le sale tan bien. Karinthy trata siempre a la enfermedad como algo propio, algo que crece en su interior y empieza a desordenar el mundo en el que vive con alucinaciones, mareos que transforman el mundo en algo acuoso, cambios en la percepción del tiempo y esas cosas. Estas variaciones del mundo que no conocía junto con la tangible proximidad de su muerte obligan a Karinthy a cambiar la tesitura. De ahí el cinismo, que es siempre de quien participó. <br /><br />No se incomoden los hipocondríacos porque no es un libro que pueda causarles grandes quimeras (de momento). El autor, aunque no omite detalles de su grave dolencia, sabe esquivar divagaciones gratuitas al respecto, limpiar, dice, los estados de ánimo de lo que acontece. <br /><br />Tolstoi escribe en <em>La muerte de Iván Ilich</em>: <em>“En lo más hondo de su alma se daba perfecta cuenta de que se moría, pero él no estaba acostumbrado a ello; además, no lo comprendía, no podía comprenderlo”</em>. La cita no es azarosa. Hay ciertos detalles que remiten a ese libro en concreto. Karinthy sabe, como dice Nabokov acerca del libro de Tolstoi, que <em>“la muerte física que se describe en el relato forma parte de la vida mortal, no es sino la fase última de la mortalidad”</em>. Ese renacer espiritual que dibujaba Tolstoi también está en Karinthy, pero esta vez en forma atea, carnal y en primera persona. <br /><br />Kartinhy fue un hombre inteligente. Tuvo además la suerte de ver lo que debe ver un hombre. Eso, él lo supo, es más que suficiente. <br /><br />No hay indicios de autocompasión y tampoco nosotros la sentimos por él (lo contrario habría sido fatal para el libro). Logra cuajar una voz arriesgada, pero del riesgo obtiene una ventaja. El siguiente trozo de párrafo es un ejemplo:<br /><br /><em>“Por primera vez gozo del dichoso estado de la irresponsabilidad total. ¿Cómo podría explicar esta sensación a personas normales y sanas? Debéis comprenderlo: un alma tan compleja como la mía es continua e incesantemente presa de una tensión en la que vosotros, felices mortales, sólo caéis una vez en toda vuestra existencia: en cada uno de los instantes de mi vida, me veo obligado a pensar en toda mi vida. Para mí, cada minuto es como para vosotros el instante en que caéis del sexto o os arrastra un ciclón.”</em><br /><br />El autor también intentó la traducción. Por ejemplo: le dio a su lengua obras de Swift (a quien veneró siempre) y de Heine (a quien siempre venero). Le gustaban los buenos: <em>“…conozco bien la ciudad </em>(Oslo, dice)<em> gracias a la biografía de Ibsen y a las novelas de Knut Hamsun”</em>. Ejerció el periodismo y se casó dos veces. En algún relato de ficción suyo introdujo la teoría de los seis grados de separación (que andaba por el Facebook hace un tiempo). Algunos trasnochados investigadores de grandes universidades trataron de probar esta vital teoría. <br /><br /><em>Viaje en torno de mi cráneo</em> es el primer libro traducido del húngaro que leo (los párrafos sueltos de Lúkacs no cuentan). El lector que quiera leer otras cosas de este interesante autor deberá recurrir a otras lenguas. Quien no sepa masque la suya y se conforme con lo que dice el traductor en el prólogo: que éste fue su mejor libro. Lo tradujo un húngaro, un médico psiquiatra que aterrizó en Barcelona tratando de realizar una tesis sobre la literatura catalana antigua. Ignoro lo que ocurrió con su tesis pero la traducción es loable, como la Galaxia Gutenberg.<br /><br />Hace unas horas me enteré de la muerte de Saramago, ese hombre que supo que lo que él escribía no lo escribía él. Palomas donde esté. A Saramago, que nunca se dio por vencido, no le hubieran disgustado las siguientes palabras de Karinthy <em>“Sólo existen los días. Veinticuatro horas, eso es lo que hay, y siempre es posible de una manera u otra resistir la vida durante ese tiempo”.</em>a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-5473287182990944522010-06-01T13:37:00.006+02:002010-06-05T01:13:03.567+02:00Hambre, Knut Hamsun<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn8z-xKkN9dX3zmXv0J_9iifjLDHpZ-RnUYP22USgCROwfNHCCf0sSHHcGTsgYa6s0qqgL7bsxc_S_-RVCGy4KdomUwlRPGhLPXwGwgrifAIH33Tyhu6U_mzKIiepSA7rKtqMUvCi_jKc/s1600/A-20027_Uu0001_010.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 123px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjn8z-xKkN9dX3zmXv0J_9iifjLDHpZ-RnUYP22USgCROwfNHCCf0sSHHcGTsgYa6s0qqgL7bsxc_S_-RVCGy4KdomUwlRPGhLPXwGwgrifAIH33Tyhu6U_mzKIiepSA7rKtqMUvCi_jKc/s200/A-20027_Uu0001_010.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5479059070010345458" /></a><br />Era una noche de marzo. Después de mucho tiempo volvía a ver a B, a C y a R (altero el orden inicial porque me salía un modelo antiguo (por lo menos) de Honda). En algún momento próximo al inicio R dice tienes que leerte a Knut Hamsun. Knut Hamsun, <em>Hambre</em>, tío, dice. Y no fue la última vez, lo arrastró toda la noche hasta la despedida, apuntó ese nombre del norte en la libreta que llevo, salvo despiste, cerca. <br /><br />Cuando volvía a casa estaba tan familiarizado con el autor que sin duda lo había leído. Hubiera hablado de Knut Hamsun sin temblores delante de quien fuese. Al menos de ese libro: <em>Hambre</em>. Y ya entonces lo hubiera puesto por las nubes. La verdad hubiera quedado arrollada por la inercia que provocó el énfasis de R. <br /><br /><em>Hambre</em> apareció de pronto en alguna plaza del Rastro de Madrid. Empezó a deslumbrarme con sus letritas doradas (aquella colección de “autores Nobel” de Orbis) tumbado en una de esas cajas de plástico que fueron fabricadas para albergar pimientos, lechugas, melocotones, todo eso. Sé que me acordé de Winkler y que me llevé unos cuantos de esos “libros Nobel”. <br /><br />No tengo mucho que decir de este libro, es decir: la genialidad de las obras de arte me provoca algunas veces cierto desinterés, cierta pasividad placentera. Me pareció magistral. Sentí un par de altibajos durante la tarde que duró la primera lectura. Puede que fueran maniobras de vuelo del autor, o puede que me afectara el mal de altura durante algunos momentos. Lo último fue lo que me pareció la segunda vez que lo leí, pero ninguna lectura es definitiva. Magistral dije, ¿no?, eso: magistral. <br /><br />Más tarde, ya pensando en comentar este libro en este blog, consulté algunos libros, merodeé por internet. Vi ese año: 1890, cuando apareció este libro. Sentí la prisa cerebral de la reordenación, casi no era posible.<br /><br />Que este libro pertenezca al siglo XIX es casi imposible. Es casi un milagro que en mil ochocientos ochenta y tantos alguien escribiera algo así:<br /><br /><em>“Dios había metido su dedo en la red de mis nervios, y discretamente, al pasar, había embrollado un poco los hilos. Dios había retirado su dedo y en él habían quedado fibras y finas raicillas arrancadas a los hilos de mis nervios. Y en el sitio tocado por su dedo, que era el dedo de Dios, había un agujero abierto; y en mi cerebro, una herida hecha por el paso de su dedo. Pero después que Dios me tocó con el dedo de su mano me dejó tranquilo y no volvió a tocarme, ni permitió que me sucediera ningún mal. Me dejó ir en paz; pero me dejó ir con el agujero abierto. Y ningún mal me ocurrió por la voluntad de Dios que es el Señor de toda Eternidad…”</em><br /><br />A partir de este párrafo se podría escribir un seminario sobre la Literatura del siglo XX. Hay claras referencias a autores posteriores, a grandes autores que todavía no habían nacido, y no sólo en ese párrafo. Citarlos ahora sería algo demasiado vago. Cuando lo lean, si todavía no lo han hecho, lo sabrán, y muchos mejor que yo. <br /><br />Hamsun cuenta la vida de un escritor sin recursos. Sólo le queda su talento, pero éste apenas puede prestarle una digna manutención. De algún modo la fatalidad no le deja hacer otra cosa que escribir, y cualquier intento por normalizar su vida es vano. Vive pendiente de la aceptación de sus artículos en algunos periódicos. Su moral resiste hasta en las situaciones límite, y su moral le lleva a situaciones límite. Vive en Cristianía, el pasado de Oslo. No tiene dinero, pasa hambre, apenas tiene fuerzas para escribir, pero (proverbio chino) <em>“cuando la flecha está en el arco tiene que partir”. </em><br /><br />Llama la atención la incomunicación entre el personaje y la sociedad que lo rodea. El lector es el único que comprende al personaje. Knut Hamsun entabla con nosotros una complicidad que no puede olvidarse. Los párrafos se suceden con ráfagas de humor y de ironía. Uno entiende mucho más allá de lo que dice, y en muchos sentidos (esta vez sí) esta novela es nuestra. (Sentí una rara sensación de control, y detrás la seguridad de que no sería el único.) <br /><br />En medio del proceso de destrucción personal a que se ve sometido el narrador de este libro, también cabe el amor. Un amor desaforado y cínico, rozando lo animal y lo simbólico a partes iguales. <br /><br /><br />Hace poco compré <em>Victoria, </em>otro libro de Hamsun. Lo adornaba una cita de Thomas Hardy (¿o era Bashevis Singer?) y era algo así: <em>“Knut Hamsun es la base de la Literatura del siglo XX”</em> (pero yo ya había escrito lo anterior). En realidad los capaces de hacer este tipo de afirmaciones respecto a este autor fueron muchos y muy grandes, pero Hamsun cometió un “error” lógico: regaló la medalla del Nobel a Goebbels. Noruega, su país, lo consideró un traidor y un nazi (no hay en todo su patria una calle con su nombre).<br /><br />No existe una correlación entre la grandeza de una obra y la grandeza de su autor. Verdaderos malvados escribieron obras inmortales. Hubo santos enormes que no pasaron de la medioridad. Imagínense que se juzgaran las obras de Dostoyevski a partir de las virtudes que cultivó en su vida... Los caminos del genio no son nunca lineales: un nazi pudo escribir obras inmaculadas. Tengo los estantes llenos de mitómanos, esquizoides, iluminados, virtuosos, locos. Al Arte le gustan muchos, afortunadamente.<br />Y Hamsum incluido.<br /><br />Mi <em>Hambre</em> es una traducción de la versión inglesa. Ahora ya es posible leerlo (así como otros libros del autor) con traducciones directas del original.<br /> <br />Hace poco, ustedes entenderán, releí <em>El guardian entre el centeno</em>... Salinger se sabía <em>Hambre</em> de memoria. <br /><br />De nuevo esa pasividad. Gracias, R.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-26457012145137440122010-04-09T01:27:00.003+02:002010-04-09T02:03:05.919+02:00Una libertad soberana, Georges Bataille<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvwjbCz7o5nDs5_XmX-_53x560RoUgm6uAWJcsbMvOoNyUk3qSamZneb9iMtX7GFxOGhW-g07rrANb2td2q93Xn5szkLMl-1x9y3NON4FiddkvqJ8gveqigKr1wDasF6oGc5PHfgWymNU/s1600/Cinta+Moebius.JPG"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 145px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvwjbCz7o5nDs5_XmX-_53x560RoUgm6uAWJcsbMvOoNyUk3qSamZneb9iMtX7GFxOGhW-g07rrANb2td2q93Xn5szkLMl-1x9y3NON4FiddkvqJ8gveqigKr1wDasF6oGc5PHfgWymNU/s200/Cinta+Moebius.JPG" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5457920404682838786" /></a><br />Este libro recoge (según leo en la contraportada) palabras de Bataille que nunca se añadieron a sus obras completas. Un artículo sobre España más o menos interesante, reseñas de libros que el autor publicó camuflado con pseudónimos, algún ensayo suelto y la transcripción de 8 entrevistas (algunas de ridícula extensión) que concedió a los medios de su época. <br /><br />Todavía Bataille no escapa de la visión idealizada que buena parte de la cultura europea tenía sobre España. No acaba uno de explicarse cómo un francés (que pasó cierto tiempo en este país) recurre a los tópicos de Hemingway para hacerse entender. No está del todo mal, en mi opinión, pero tiene un interés salvable. <br /><br />Las reseñas bibliográficas ocupan la mayor parte del volumen que edita Paradiso. Aunque algunas se salvan, en general son reseñas bastante mediocres. En algún caso el autor parece no haber leído el libro. Estas son las líneas que quieren explicar las <em>Intimidades berlinesas</em>, de Isherwood (probablemente el mejor libro de los que reseña):<br /><br /><em>«”Uno de los mejores libros de este tiempo”, según Stephen Spender. Hacia 1920 no se había dicho nada mejor de Paul Morand… No se puede negar la soltura y la naturalidad del autor. Y no se podría encontrar pintura más delicada ni aparentemente más verdadera de Alemania en vísperas de la ocupación nazi que esta novela de agradable lectura.» </em><br /><br />Como Bataille solía ser más brillante, uno piensa que sus pseudónimos (esta vez) tratan de relajar su responsabilidad sobre las reseñas. Y es que a veces la agenda no da para más. <br /><br />Aunque muy lejos de aquella biografía de Quevedo que editó Vitae (obra cumbre de erratas) o de La montaña mágica de Porrúa (yo leí la 2ª edición) el libro presenta ciertas gracias indeseables. En la reseña dedicada a <em>Soviet Philosophy. A Study of Theory and Practice</em> (de un tal John Somerville) se lee: realcionó, filosofóa, Isistir, trasncribir y filsófica. Afortunadamente tal densidad de tensiones no es habitual. <br /><br />Más adelante leemos un panegírico de Maurice Blanchot. Creo que es lo mejor de este libro de Bataille. Luego las entrevistas. En ellas Bataille muestra su visión transgresora, su fascinación por el misticismo, su difícil infancia. No se pueden negar algunos destellos fascinantes entre las cintas de Moëbius de las conversaciones.<br /><br />Bataille fue, a su modo, un existencialista. Cultivó fetichismos inquietantes y sintió predilección por los abismos. Como muchos existencialistas se exageró de tal modo, que el mundo le llegó pequeño y ya sin fuerzas. Mitómano por naturaleza, dio cobijo al surrealismo y a Freud. Pero desde esa parte lúgubre de la especie que, por suerte o por propia decisión, acabó habitando, Bataille tiene cosas que decir. Y las dice, cómo no, pero no en estas páginas. <br /><blockquote></blockquote><blockquote></blockquote>a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-7529528603815483712010-03-16T00:54:00.006+01:002010-03-16T01:44:03.364+01:00El economista camuflado, Tim Hardford<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJnYxKlLPJCLgh-vzzsBRlRmB_HJhEOQ6rnCmIOgFnihg7ITK2Bm8ZJm_VRqxYln8u6rmk9S-2FanHC4fTEF3jcdwXMXQ9gLpb799mf_zXQ0n6igOwLwxpiEmCwjSvXSyIv6-16pvEXcY/s1600-h/untitled.bmp"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 180px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiJnYxKlLPJCLgh-vzzsBRlRmB_HJhEOQ6rnCmIOgFnihg7ITK2Bm8ZJm_VRqxYln8u6rmk9S-2FanHC4fTEF3jcdwXMXQ9gLpb799mf_zXQ0n6igOwLwxpiEmCwjSvXSyIv6-16pvEXcY/s200/untitled.bmp" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5449020532027185186" /></a><br /><em>“Hallarás la distancia que te separa de ellos, uniéndote a ellos”. </em>Lo decía Porchia, ese hombre. Quizá el aforismo encierre una buena razón para leer libros del tipo best seller. Porque (y no me salgo del argentino) <em>“las altura guían, pero en las alturas”</em>. De todos modos, medir los abismos que descansan entre dos (o más) ilusiones es otro (más) de los saltos mortales a los que suele arriesgarse la especie humana. <br /><br />Se quejaba Pessoa de la mala calidad literaria de los libros esotéricos (no señalo la cita porque dejé el libro (el del desasosiego)). La queja puede extenderse, sin que mengüe su espesor, a muchas áreas, y este libro está en alguna de ellas. Pero quién sabe… la traducción.<br /><br />Otra cosa es lo que dice. Bastante peor, quiero decir. Expone la doctrina del liberalismo económico, que en realidad es el anarquismo del gran capital (Chesterton ya hablaba de estas cosas), pero lo hace de modo panfletario. A veces intuye que va demasiado lejos y se queda en el cuarto pino de su discurso natural. A veces intuye que va demasiado lejos pero no impide que sus elucubraciones condensen la sandez. <br /><br />El libro, no digo que no, tiene su gracia. Su dosis de humor, quiero decir. Yo, por ejemplo, me he reído mucho. Porque en conjunto, para el avisado, no deja de ser una ironía. En el segundo párrafo de su introducción se lee:<br /><br /><em>“Éste es un libro acerca de cómo ven el mundo los economistas. De hecho, tal vez haya un economista cerca de ti en este momento. Tal vez no puedas distinguirlo, ya que una persona normal no notaría nada especial en un economista. Pero las personas normales sí resultan especiales a los ojos de los economistas. ¿Qué es lo que ve un economista? ¿Qué te diría él, si te tomaras la molestia de preguntarle? ¿Y por qué deberías hacerlo?”</em><br /><br />Vale la pena leerlo más de una vez… El libro hubiera resultado más prometedor si el párrafo en cuestión dijera lo siguiente:<br /> <br /><em>“Éste es un libro acerca de cómo ven el mundo los</em> hombres. <em>De hecho, tal vez haya un</em> hombre <em>cerca de ti en este momento. Tal vez no puedas distinguirlo, ya que una persona normal no notaría nada especial en un </em>hombre. <em>Pero las personas normales sí resultan especiales a los ojos de los </em>hombres.<em> ¿Qué es lo que ve un </em>hombre<em>? ¿Qué te diría él, si te tomaras la molestia de preguntarle? ¿Y por qué deberías hacerlo?”</em><br /><br />De este modo se anulan las falacias, y no sólo eso.<br /> <br />Por otra parte, el error del subtítulo es de libro. <em>“La economía de las pequeñas cosas”</em>, dice. Quizá lo pequeño está de moda, quizá "pequeño" sea una palabra fetiche en el mundo de la mercadotecnia. Dicho subtítulo sólo vale, en este caso, para unas pocas páginas y para algunos comentarios perdidos en medio de palabras muy grandes y distantes (Camerún, China, OPEP, Taiwan, EEUU, OMS, EPA y otras similares). <br /> <br />David Ricardo, Arrow, Keynes, Shiller… desfilan por estas hojas a modo de homenaje y a modo de herramienta explicativa. Se pretende hacer ver que la globalización es un proceso inevitable (yo también lo creo) consecuencia del ideario del liberalismo. Hardford señala los peligros a los que se enfrenta la economía de mercado: el poder de la escasez, las externalidades (el calentamiento global, por ejemplo), y la información privilegiada. (Es decir aquello que hace peligrar la economía de mercado es lo mismo que la sostiene. Ésta es en realidad la clave de por qué el mundo es como es: soporta mejor las paradojas que las utopías.) Pero además el mercado debe ser libre, nos dice el autor, con lo cual el Estado debe limitarse a vigilar su inacción, a perderse en una catarsis globalmente reconfortante, a fabricarse un satori a la sombra de los tanques. (Esto, que ya está pasando, era de esperar: después de atentar contra Dios quién iba a ser el siguiente. El Estado, claro.) De este modo, los individuos sólo adquieren poder en tanto en cuanto son consumidores. Ahora el futuro ya no pasa por el oráculo de Delfos, puede atisbarse en una muestra representativa de alacenas. <br /><br />Hay algunos argumentos que causan sonrojo. Los evitaré por educación al ocasional lector que descienda por estas líneas. Y poco más que decir, se me van las ganas.<br /> <br />El autor debe ser un tipo inteligente, con una educación esmerada y un trabajo bien remunerado en algún lugar de este planeta. Probablemente está contento de conocer lo que conoce y cree estar bien informado. Todo lo que sabe, sin embargo, lo sabe desde fuera. En ningún momento dudará de su propio nombre. <br /><br />Como el mayordomo de <em>La piedra lunar</em> abro al azar mi <em>Robinson Crusoe</em>. Leo: <em>“De este modo, el miedo borró toda esperanza religiosa; toda mi anterior confianza en Dios, fundada en la maravillosa prueba de su bondad, se desvanecía ahora, como si Él, que hasta entonces me había nutrido milagrosamente, no tuviese fuerzas para proteger los bienes que su bondad me había permitido poseer”. </em><br /><br />(Ignoro cómo transmitirles mi sorpresa.)<br /><br />No desaconsejaré la lectura de este libro. Muchos son los hombres que habitan en el mismo mundo que Tim Hardford. A ellos les valdrá para saber por dónde van los tiros en la mayoría de los países, y, en los demás, las pelotas de goma.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-76771328267844893742010-02-18T02:20:00.003+01:002010-02-18T02:35:52.273+01:00Si mi biblioteca ardiera esta noche, Aldous Huxley<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp-JeH-PUab5iwVXbaOqvBlEAu01IQxQRjB1RGj-6Eaj1bMmGJSYPRfq76bftgdBVA19B85kK-MzoreNpO-_eY9w-mjUaue3TK-f_BvxoLMbid449XlXY8DNrpcGsCtbgpS5IR00iOKWQ/s1600-h/aldous-huxley-lg.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 150px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjp-JeH-PUab5iwVXbaOqvBlEAu01IQxQRjB1RGj-6Eaj1bMmGJSYPRfq76bftgdBVA19B85kK-MzoreNpO-_eY9w-mjUaue3TK-f_BvxoLMbid449XlXY8DNrpcGsCtbgpS5IR00iOKWQ/s200/aldous-huxley-lg.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5439390106398523362" /></a><br />Este libro que publica Edhasa contiene una selección de ensayos de los ensayos completos publicados en inglés. Ocupan a Huxley temas como las drogas, la música, la literatura, la pintura y el futuro de la humanidad. La mayor parte de estos escritos son textos breves que fueron escritos para diferentes revistas (Hearst, Vanity Fair, The Weekly Westminster Gazette, On the Margin…). <br /><br />Huxley fue un hombre curioso. Conocía al dedillo el imaginario occidental ( y no sólo éste) de la alta cultura. Ejerció la crítica con derecho (ésa es, en el fondo, la máxima aspiración del crítico; el acierto o lo otro son menos importantes), y credibilidad. <br /><br />A través de estos ensayos no siempre ensayos se acerca el lector a una especie de todoterreno cultural arrollador y elegante. Un todoterreno pedante a ratos, elitista siempre, pero (lástima que “elitista” me quede negativo) con una lucidez extraordinaria en su portentoso recorrido. <br /><br />No hay duda de que Huxley sabía pensar. Su capacidad de abstracción es admirable, y sus razonamientos limpios y sencillos como números enteros. (No es menos admirable su incapacidad para parecer humilde, que a veces nos desata la ternura.) Tenía el talento de saber qué era lo importante. Muchas personas son incapaces de seguir una serie de 5 números. Huxley aventuró una parte, con buenas aproximaciones y sin ensanchar metáforas, de la serie más difícil: la de las auroras infinitas.<br /> <br />Hay muchos ensayos destacables. El que da título al libro me recordó a Pappini (tela, Pappini), ya no sé si a <em>Gog</em> o a <em>El Libro Negro</em>… Si la biblioteca de Huxley hubiera ardido (se ve que después ardió, según dicen por el prólogo, ¿cómo extrañarse?) hubiera vuelto a comprar las obras de los siguientes autores: Shakespeare, Chaucer, Homero, Milton, Donne, Dante, Marvell, Wordsworth, Baudelaire, Rimbaud, Mallarmé, Yeats, Eliot, Proust, Joyce, los dos rusos, Dickens, Balzac, Stendhal, Choderclos de Laclos, Benjamin Constant, Fielding, algo de Flaubert, Conrad, D.H. Lawrence, Montaigne, Pascal, Bacon, Gracián, Traherne, Dryden, Voltaire, Addison, Hume, Johnson, Coleridge, Lamb, De Quincey, Macaulay, Emerson, Bagehot, Saint-Beuve, Mathew Arnold, Ruskin, Schopenhauer, Heine, Woolf, E.M. Forster, More y Babbit (ensayistas dice que son), Alfieri, Byron (las cartas, que publicó en parte Tusquets y que estoy leyendo ahora), Lorenzo da Ponte (libretista de Mozart, dice), los diarios de Goncourt y los de Scawen Blunt. No estaría de más añadir que Huxley estudió en Eton.<br /><br />Bueno, encontré lo de Pappini (de <em>El libro Negro</em> resulta ser), corto y pego:<br /><br /><em>»El Antiguo y el Nuevo Testamento serán los primeros libros que se grabarán, versículo por versículo, desde el primero hasta el último. En cambio, haremos una antología de los escritos de Confucio, del Avesta y del Corán . El Oriente deberá ser sacrificado, ello me causa remordimiento y dolor, pero no podemos proceder en otra forma: los Vedas , el Ramayana , el Mahabharata , los Upanishad , Calidasa, Laotze, Chuang-Tze, Firdausi, requerirían miles y miles de planchas de acero. <br />» Pero nos reabasteceremos en Grecia, madre de toda luz v de todo saber. Los dos poemas Homéricos, una traducción de Esquilo y otra de Sófocles, dos o tres diálogos de Platón, los Elementos de Euclides, la Introducción a la Metafísica de Aristóteles, los fragmentos de Heráclito y de Epicuro, esto bastará para dar una pálida idea de lo que fue llamado «el milagro griego». Roma nos dará menos trabajo: solamente la Eneida será grabada toda entera; de Horacio, de Tácito y de Juvenal bastará hacer una sobria crestomatía. En cambio, brindaremos una edición completa de las Confesiones de San Agustín y abundantes selecciones de la Summa de Santo Tomás. Querría grabar íntegramente la Chanson de Roland , Tristán y la Divina Comedia , así como también los sonetos más hermosos de Petrarca. En cuanto a los modernos, me contentaría con el Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam y El Príncipe , de Maquiavelo. Tres o cuatro tragedias de Shakespeare harían compañía al Paraíso Perdido de Milton y al Don Quijote de Cervantes. Añadiría con placer una selección de Ariosto y de Rabelais, grabando en cambio el texto íntegro de la obra Nuove Scienze de Galileo y de los Principia de Newton. En lo que respecta a Francia escogería las Máximas del Duque de la Rochefoucauld, los más hermosos de los Pensées de Pascal, alguna novelita de Voltaire - quizás Cándido - y las Fleurs du Mal de Baudelaire. En cuanto a Alemania bastarán el Fausto de Goethe y el Zarathustra de Nietzsche; de la literatura rusa una novela de Dostoievski y otra de Tolstoi. No se deberá olvidar a la ciencia, la que podrá estar dignamente representada por la obra Orígenes de las Especies , de Darwin, por las Lecciones sobre Psicoanálisis , de Freud y por los ensayos fundamentales de Einstein. ¿Qué impresión le causa mi breve catálogo?». <br />Le respondí que me parecía excelente, y que no sería capaz de aconsejar quitar alguna de las obras ni añadir otras. Mister Harry Golding continuó diciendo: <br />- Por desgracia quedan todavía amplias lagunas, y me duele de corazón excluir, por ejemplo, a Shelley, a Leopardi, a Hume y a Kant, así como también a Víctor Hugo y a Rimbaud. Pero, como ya le dije anteriormente, el pensamiento de los enormes gastos me ha obligado a tan penosos renunciamientos. Ya mandé hacer un cálculo aproximado: para la Biblioteca de Acero, tal cual la he pensado, bastarán pocos millones de dólares. Usted es fabulosamente rico, según se dice, y es amigo de la cultura y de la humanidad. Reflexione en que será a usted a quien corresponderá el honor y la gloria de salvar, mediante un pequeño sacrificio de billetes, el tesoro más maravilloso de la civilización humana. Tengo plena certeza de que demostrará ser más inteligente y generoso que tantos otros engreídos magnates a los que me he dirigido hasta el presente, y siempre en vano. </em><br /><br /><em>Si mi biblioteca ardiera esta noche</em> es un libro recomendable, y mucho. Los enormes territorios del ser humano están casi todos expuestos a la luz en este libro. Y esto no es común. Es, además, un libro difícil de agotar, por su sistemática dispersión y su altísima densidad poblacional. Copio a continuación pura lucidez:<br /><br /><em>“En este mundo las cosas verdaderamente importantes no se consiguen con esfuerzo y principios elevados, o ni siquiera por una excelente formación. Se logran por el talento natural con el que nace el hombre y por cuya posesión debe agradecer, no a sus esfuerzos, sino a la misteriosa suerte de su herencia. <br />Nada es más justo e inmoral y antidemocrático que el genio. Hay miles y millones de personas virtuosas que merecen el don, pero no lo recibieron. Entre los pocos a quienes se les da, ¿de cuántos puede decirse que se lo ganaron? Algunos, sin duda, pero no muchos.”</em><br /><br /><em>"Ser de algún modo responsable de otra gente, cuando uno apenas puede asumir responsabilidad por uno mismo, es aterrador."</em><br /><br /><em>“La cultura corre peligro de ser enterrada bajo una avalancha de libros. La mente está más libre y más activa que nunca en el pasado; pero por una extraña paradoja la libertad sofoca, el dinamismo es paralizante.”</em><br /><br /><em>“La cultura no deriva de la lectura de libros, sino de la lectura exhaustiva e intensa de buenos libros.”</em><br /><br /><em>“Los seres humanos son criaturas tremendamente complicadas, que viven simultáneamente en media docena de libros.”</em><br /><br /><em>“El pasado, para la mayoría de los hombres, consiste en unos pocos y pequeños archipiélagos de datos que sobresalen aquí y allá en el ilimitado océano de nuestra ignorancia. Nuestra visión de la historia depende de qué conjunto de hechos son más populares en determinado momento.”</em><br /><br /><em>“No es que el hombre común, que sabe lo que le gusta, y no mucho más, sea un juez infaliblemente bueno de una obra de arte; no lo es. Pero a la larga es mejor juez que el especialista porque la atención del especialista con frecuencia se ve atraída por cosas perfectamente irrelevantes; elogia y condena debido a detalles que no tienen nada que ver con la cuestión central.”</em><br /><br />Huxley fue un escritor aclamado y famoso. El propio Borges veía exagerada tanta popularidad. Se vio atraído por la filosofía oriental y la figura de Jiddu Krishnamurty, ese hombre siempre deslumbrante. Más allá de su obra, Huxley cambió de piel muchas veces, fue tantos que a veces se le nota un vago regusto a máscara (sobre todo en los ensayos más tardíos). Pero esas son las consecuencias del nombre, de Aldous Huxley. <br /><br />Sin ser un anacoreta conocía los medios necesarios para abstenerse del mundo, sin ser un imprudente impidió que los límites lo acecharan. Como un equilibrista cruzó por regiones poco previsibles, pero con menos talento literario que Zamiatin (oh!, vamos, ¿no han leído a Zamiatin?).a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-46917055757256730732010-01-03T13:31:00.004+01:002010-01-04T01:25:30.188+01:00Amuleto, Roberto Bolaño<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkEtWZEcoV0KZLLEg1-VL6d6cT8fcofqWQynaVe-sf2IpXPmFFhqaEFkZYxhUL0AZC34EQddcXwI2UJFZTtnsGhmF4LfsUBUUnSs0onAwR8D_c65Ryf4WV1AhG5ubI_xytBpAV6_Sm3vA/s1600-h/lethem-2-190.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 165px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjkEtWZEcoV0KZLLEg1-VL6d6cT8fcofqWQynaVe-sf2IpXPmFFhqaEFkZYxhUL0AZC34EQddcXwI2UJFZTtnsGhmF4LfsUBUUnSs0onAwR8D_c65Ryf4WV1AhG5ubI_xytBpAV6_Sm3vA/s200/lethem-2-190.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5422490591148359378" /></a><br />Esta novela breve descansa sobre esos personajes perdidos en medio de nada mexicana (esos personajes de <em>Los detectives salvajes</em>), impregnados de Literatura, pero rotos de tal forma por la vida que la mínima posibilidad de una gloria futura parece una torpe ironía del destino. Son personajes que, de algún modo, sobreviven a su propia miseria: en ellos se materializa la antigua doctrina griega del <em>páthei/máthos</em>, y es el propio dolor el que termina siendo una fuente de sabiduría, o, al menos, el que aúpa y legitima unos caracteres que la Historia suele tragarse sin conmiseración. <br /><br /><em>Amuleto</em> gira en torno a los sucesos ocurridos en México en la segunda mitad del 68, cuando el ejército ocupó la UNAM. Auxilio Lacouture, una uruguaya que terminó viviendo en México, nos cuenta la novela (que es un monólogo). Sus peripecias giran en torno a la poesía y la indigencia. Cuenta que fue la única que resistió la ocupación del ejército en el interior de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y acabó convirtiéndose en una especie de baluarte que impidió la completa aniquilación de la autonomía universitaria. Lo recuerda una y otra vez: porque el final, alegórico, refiere los asesinatos de Tlatelolco, que fue la salida natural de toda aquella locura militar. <em>“Allí yo no fui, yo no pude ir…”, </em>dice Auxilio cerca del principio, pero esa frase justifica, en una personalidad bastante simple, las tiernas visiones polares del final. <br /><br />La prosa de Bolaño es irregular, pero rápidamente irregular, y eso camufla bastante lo que tendería, de otro modo, a alternar el tedio con el gozo. Porque eso sí, cuando a Bolaño le salen las cosas le salen como perlas. Algunas de las descripciones del DF pueden dejarnos sin aliento. El capítulo 12 es magistral. Pongamos este trozo:<br /><br /><em>“Así que Coffeen se quedó petrificado en su gesto que me invitaba a marcharme y yo me quedé petrificada en el sofá, mientras mi mirada se paseaba por el suelo, por los muebles, por la pared y por la figura del mismo Coffeen, en el gesto típico de quien está a punto de acordarse de algo, un nombre en la punta de la lengua, un pensamiento que se empieza a gestar en medio de descargas eléctricas y ríos de sangre y que sin embargo permanece como entre sombras o informe, atemorizado de sí mismo o atemorizado del engranaje que lo ha puesto en marcha, más bien atemorizado del efecto que ineludiblemente va a causar en el engranaje, pero que por otra parte no puede retrasar el encuentro, la salida, como si la palabra Erígone repetida hasta conformar una suerte de fórceps lo fuera sacando de su cueva en medio de berridos y risas involuntarias y otras atrocidades.”</em><br /><br />Hay luego ese sentimiento descorazonador y desasosegante que tenía la pluma de este autor. Yo no sé si es un logro o un defecto. Lo cierto (para mí) es que no logra esa inversión pacífica y purificadora de las obras maestras. Temo (es un decir) que si algún día el olvido lo reclama sea ése el principal motivo. <br /><br />Por mi parte, aunque no considere una urgencia la lectura de otro libro de Bolaño, haré por que el azar, dentro de un tiempo, me ponga en las manos otra de sus obras.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-64743659754581767132009-12-22T03:25:00.006+01:002009-12-22T04:11:58.265+01:00Mason y Dixon, Thomas Pynchon<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQKCg3_shyphenhyphen4xnmmblyiy5O22_MgqlGTDAEmNW0lXSTq74R9siFitZWFYzQ75Vfv__oRbPBPnd06NPRS7ilpNl7ZgSk2ty8HkgF3q5-rcO5_xQcNRN6T-qb_N434L6fEYi9HNn5Gg0x7zw/s1600-h/Mason-dixon-line-pl.gif"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 133px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiQKCg3_shyphenhyphen4xnmmblyiy5O22_MgqlGTDAEmNW0lXSTq74R9siFitZWFYzQ75Vfv__oRbPBPnd06NPRS7ilpNl7ZgSk2ty8HkgF3q5-rcO5_xQcNRN6T-qb_N434L6fEYi9HNn5Gg0x7zw/s200/Mason-dixon-line-pl.gif" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5417885901776436802" /></a><br />Alguien (yo sé quién) me recomendó a este autor entre otros muchos. En mi vida había oído su nombre: Thomas Pynchon. Compré un par de libros (esta vez no sé a quién le habían parecido los mejores, pero le hice caso): “<em>El arco iris de gravedad</em>” y “<em>Mason y Dixon</em>”. Empecé a leer el último y me trastornó tanto que todavía ahora, andando por la calle y sin ningún motivo, digo o mi boca pronuncia “Thomas Pynchon”, y me quedo o se queda tan pancha.<br /> <br />“Mason y Dixon” es una obra de arte tan grande que podría votarse para maravilla del mundo. El narrador principal es el reverendo Wicks Cherrycoke, un hombre que había compartido muchas horas con Mason y Dixon y que, al llegar tarde al funeral del primero, decide pasar unos días en casa de un familiar, de una hermana. Por alguna razón no es bien recibido y Cherrycoke empieza la historia para entretener a los niños, confiando en que esta difícil tarea disminuya la aspereza con que es recibido en esa casa. Parece funcionar, y lo que en principio se cuenta a los niños también lo escuchan los mayores que son, entre idas y venidas, los que acaban de escuchar todo el relato. <br /><br />Las características del relato varían en función de quién lo está escuchando. En la primera parte, cuando Cherrycoke se dirige a los niños, los elementos fantásticos son más radicales, pero no nuevos. Hay, por ejemplo, un perro que habla. Leo que algunos se extrañan, como si no hubieran leído “<em>Las mil y una noches</em>” (este libro le rinde culto al que arma Sherezade). Cuando el auditorio aumenta su mirada se centra en un oyente más suspicaz y las paranoias se suceden. Las auroras boreales son maquinaciones jesuíticas para comunicarse con Roma (estamos en América), aparece el mito de la Tierra hueca (por extraño que parezca, hay todavía gente que cree en esto), la quimera cabalística del golem… Luego (o antes, ya no sé) un par de mujeres de la familia intervienen y el relato se pone un poco más dulce, o un poco más erótico… No sigas, llegan a decirle al reverendo, los niños todavía están delante, al menos uno. Otros personajes también nos dejan algunas páginas, como Lee Spark, o el propio autor. <br /><br />La novela tiene dos partes y un epílogo. La primera parte ocupa unas 300 páginas y transcurre en Sudáfrica. En un artículo de El Cultural del año 2000 (http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/2312/Mason_y_Dixon), Jordi Fibla (que sabe mucho más que yo, y a quien agradezco infinitamente su Historia de Genji) cuenta que la escribe el peor Pynchon. La verdad es que siento no estar de acuerdo. En esta parte se fragua la compleja estructura de la novela, aquí están los cimientos de esta catedral de palabras que nos regala Pynchon. Además: Pynchon demuestra una increíble soltura irónica con la sociedad sudafricana de la época, y la cosa es difícil: cuando las novelas viajan al continente africano suelen patinar en este sentido (me acuerdo ahora de "<em>Los detectives salvajes</em>" de Bolaño). <br /> <br />Jordi Fibla tiene razón, a mi juicio, en destacar la diferencia entre ambas partes. Yo apuntaría que los cimientos de la catedral de Chartres no lucen como sus torres, pero las sostienen. Una vez sentí, al pie de esa misma catedral, la extraordinaria belleza de lo que no se ve, de esos cimientos. Y otra cosa: la novela le costó de construir a Pynchon un par de décadas, y ese desfase temporal se percibe claramente. La complejidad estructural de la primera parte se diluye bastante en la segunda, por esto la novela gana en claridad y el lector en soltura. <br /><br />La segunda parte desembarca en una colonia inglesa a punto de ser EEUU. Sencillamente: Pynchon juega en casa. Qué poco queda en pie de la heroicidad de la independencia. Qué limpieza de mitos.<br /><br />Thomas Pynchon apenas reserva lugar para las descripciones. Actos, diálogos y pensamientos conforman unos personajes de acuarela, cuya rara vitalidad raya la caricatura. No hay en estas 1000 páginas lugar para el descanso, todo bulle, todo salta, todo reverbera. Tanto exceso de movimiento maquina nuestro arrobo, nuestra perplejidad, nuestra rendición. La vida, cuando lee esta ficción, cobra complejo de poco, de piedra, de canto rodado. <br /><br />La obra es, además, una especie de resumen enciclopédico de la Literatura. Pocas modas literarias no están en "<em>Mason y Dixon</em>". Hay muchos guiños que no son casualidad (a Kafka, a Joyce, a Cervantes, a "<em>Las mil y una noches</em>"… por decir algunos conocidos), pero es que, además, todo en esta obra suena a algo. Me callo las pequeñas referencias, porque igual diría alguna sandez, pero podría jugarme los décimos del Sorteo de Navidad, que empezará en unas horas. <br /><br />El libro no es fácil de leer. Requiere cierto esfuerzo, cierto entrenamiento. En la Teoría de sistemas hay un teorema (no recuerdo el nombre ahora) que explica que frente a un sistema de complejidad creciente, los modelos que predigan el comportamiento de dicho sistema, si quieren tener éxito han de crecer en complejidad. Los grandes escritores, a su modo, son profetas, pero su tiempo suele ser el presente. No predicen lo que va a suceder, predicen (porque lo dicen antes que nadie) lo que está ocurriendo. Y lo que está ocurriendo no es sencillo de explicar. Pynchon está escribiendo acerca del siglo XVIII y está escribiendo en el XX. Basta decir que no pretende, bajo ningún concepto, escribir una novela histórica, aunque de rebote le salga algo parecido. <br /><br />Algunos pasajes chispean de tal forma que la inteligencia del lector (al menos la mía) parece rebotar, como un diminuto rayo de luz, contra el interior de un cuerpo negro. Semejantes alardes de genialidad son raros en la Literatura, pero más raro es todavía que en esos vapuleos mentales a los que se somete al lector acaben transformándose en películas de lágrima y en irrepetibles éxtasis de placer. En esta especie de <em>brainstorming</em> uno da con “<em>eso</em>”. <br /><br />Ninguna reseña puede abarcar este libro: yo, con todo lo que he escrito, apenas lo he tocado. Contiene horóscopos, el tránsito de Venus, locos jesuitas, indios, asesinos de indios, confabulaciones, asombrosos relojes, astrolabios, la aplicación del feng-shui a gran escala, pararrayos, marihuana, mediciones, noches en vela, fantasmas, esas semillas del totalitarismo que fueron las sociedades coloniales, la isla de Santa Helena… <br /><br />Copio a continuación algunos momentos vibrantes:<br /><br /><em>“Estos tiempos son testigos de la corrupción e inhabilitación de la antigua magia. Promotores, intermediarios, aseguradores, buhoneros a escala global, empresarios y charlatanes, estos son los últimos pobres caídos e incompetentes herederos de un conocimiento que ya no se puede usar, salvo al servicio de la codicia. La próxima rebelión les pertenece a ellos, a Franklin y a esa gente, y que el cielo nos ayude a los demás si tienen éxito.” </em><br /> <br /><em>“En esta época estas gentes creerán lo que gusten. Es por su fe en el ingenio mecánico, cuyos procedimientos serán siempre misteriosos para ellos.”<br />“Y es posible que los hombres de ciencia no sean más que simples instrumentos de los otros, y que no tengan más idea de lo que se proponen hacer que la idea que un martillo tiene de una casa.”</em><br /><br /><em>“El modelo en el que debemos inspirarnos es el del encarcelamiento. Los muros serán el futuro. Al contrario que los muros diseñados por el Anticristo chino, éstos seguirán líneas rectas. El mundo está cada vez más inquieto. Ya no se tiene fe en la autoridad sin coacciones, ya sea fe religiosa o seglar. ¡Qué pena! Si no podemos suscitar amor, aceptaremos la aquiescencia; si no podemos obtener aquiescencia, levantaremos muros. De la misma manera que un muro, proyectado sobre la superficie de la Tierra, se convierte en una línea recta, así descubriremos que, mediante la colocación de tales líneas, podemos dar forma a cuanto necesitemos, así sea la cabaña de un agricultor como una gran ciudad matriz…., reglas de precedencia, rutas de aproximación, líneas de avistamiento, flujos de poder…”</em><br /><br /><em>“El guerrero no debe elegir su camino a la ligera como elige una joven un vestido.”</em><br /><br /><em>“En última instancia la fe de un soldado debe descansar en la impureza de sus propios deseos. ¿Qué puede desear Hansel que Heinz, que va delante de él, y que Dieter, detrás, y el par de Fritz que van a cada lado, no hayan deseado ya, multiplicado por toda la tropa que se despliega por la planicie? Todos desean a la misma rubia que vive calle abajo, la misma jarra de cerveza, la misma bolsa de oro entregada por algún gnomo, sin haber hecho nada para ganarla. ¿Quién posee una originalidad inimitable? ¿Quién no es propiedad de alguien? ¿Qué importan los deseos de alguien si no tienen ninguna utilidad para la maniobra?, pues en ésta todo obedece a una sola cadencia y cada uno no entiende más de lo que debe.”</em><br /><br />De Thomas Pynchon apenas se sabe nada: promueve, como Salinger, la mitomanía inversa. Thomas Pynchon, como nosotros, ni sabe de dónde viene ni sabe adónde va, pero nos ha dejado un libro que dará que hablar y que leer. A otros corresponderá la tarea de desentrañar todas las claves encerradas en estas 1000 páginas, muchas de las cuales Pynchon ignora. Pero en esto consiste el arte: en darlo todo, hasta lo que no se sabe. <br /><br />Pago con el desbarajuste de este blog (y de algunas otras cosas) las lecturas de un libro impresionante. Bien está, con perdón de los asiduos visitantes. Felices Copenhagues, quiero decir, Navidades.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-65698415758733935112009-12-10T14:22:00.003+01:002009-12-10T14:38:05.514+01:00Viaje por mar con Don Quijote, Thoman Mann<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBcjsfppb7FCjiWBmMTdYYOb7fW6zJxLoQg7Sd5ah28cR6EbbrB6ThXD-tMS8HrQqAn_Cm4p0GS4uuTYked_VKVOBwAuh0f1URl72aX3nzoGmMHqhIs1poa5FLok5U1Ll6KjZuAOXPinU/s1600-h/Thomasman.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 186px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiBcjsfppb7FCjiWBmMTdYYOb7fW6zJxLoQg7Sd5ah28cR6EbbrB6ThXD-tMS8HrQqAn_Cm4p0GS4uuTYked_VKVOBwAuh0f1URl72aX3nzoGmMHqhIs1poa5FLok5U1Ll6KjZuAOXPinU/s200/Thomasman.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5413600853361726786" /></a><br />En 1934 Thomas Mann tenía 58 años. Escritor consagrado, saboreaba, distante y educado, las múltiples atenciones que le concedió la fama. En mayo de ese año Mann y su esposa navegaron desde Boulogne hasta Nueva York. Era el primero de una decena de viajes (Mann acabaría fijando su residencia en EEUU y obteniendo la nacionalidad estadounidense). Para el trayecto Mann escogió una lectura selecta: ese libro de Cervantes. Recogió los 10 días de travesía en un diario que fue entregado luego al público. <br /><br />Conviven en este libro las observaciones más inocentes con los pensamientos más enrevesados, pero eso es comprensible: La cabeza de Mann siempre fue más grande que el mundo que pudieron ver sus ojos. Da gusto leer la inteligencia de este hombre, las asociaciones que se le ocurren, los saltos lógicos que obligan a la lenta relectura, las conclusiones que obtiene mientras (supongo) contemplaba el plácido Atlántico de la primavera. <br /><br />Las reflexiones que le sugiere <em>“El Quijote”</em> son siempre hondas y elegantes, pero aquí se ha hablado mucho de Cervantes. En algunos instantes los pensamientos de Thomas Mann acerca de <em>“El Quijote”</em> me recordaron a las raras impresiones de Lord Byron. De todos modos, el verdadero interés del libro está en el propio Mann, en la mezcla completa de la vida de un cincuentón muy listo. Camacho, Erwin Rodhe, Cide Hamete Benengeli, E.T.A. Hofmann, Sancho, Einstein, Cervantes, Boccaccio, Felipe III, Nietzsche, Ricote, Apuleyo… Muchos tienen su parte en este breve volumen. El lector no sabe nunca lo que va a encontrarse en la página siguiente. Y esta vez de verdad, porque ni el propio Mann lo sabía (al menos en parte). La vida es así, por mucha trampa que tengan los diarios. <br /><br />Porque… ¿tiene trampa este diario? La verdad es que no me imagino a Thomas Mann, metódico y perfeccionista hasta la medula, cambiando sus hábitos pasados los 50. ¿Cómo creerse que el autor de <em>“La muerte en Venecia”</em> leyó en 10 días <em>“El ingenioso hidalgo…”</em> y se puso a escribir sus pensamientos a sotavento? Como todo lo que escribió este hombre cada día de viaje debió planearse con cuidado. Seguramente le llevó meses componerlo, y por eso lo leemos hoy. <br /><br />Para saciar la curiosidad y las páginas del libro, RqueR ofrece fotografías de los trasatlánticos en los que viajó Thomas Mann. Hay también fotos del autor en diferentes barcos y, ya en tierra, con personalidades de la época. <br /><br />Curioso libro.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-88404519304260210862009-11-08T01:38:00.008+01:002009-11-09T00:50:49.680+01:00Brigitta, Adalbert Stifter<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbwsuzfoMNi7yMg_uXQGTPMv1WEtVRK6SvImZORyszLM-d5_lj86mEyTVNWLE9QavFAd4mSG10FyJDQHzN0g8eJwL83_dyqsK97AH-jUHS2t9xjIFnaVy6z0wqW3PUjBN7FiTUuSAEYhE/s1600-h/72z031a.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 138px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjbwsuzfoMNi7yMg_uXQGTPMv1WEtVRK6SvImZORyszLM-d5_lj86mEyTVNWLE9QavFAd4mSG10FyJDQHzN0g8eJwL83_dyqsK97AH-jUHS2t9xjIFnaVy6z0wqW3PUjBN7FiTUuSAEYhE/s200/72z031a.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5401884237453571346" /></a><br />Excelente. <br /><br />No hay nada que descubrir. Desde la primera página las palabras de este hombre te envuelven con una parsimonia de tortuga, con una brillantez indescriptible. La prosa de Stifter está tan cargada de simbolismo (de ese simbolismo sencillo y universal) que en algunos momentos uno no sabe si está leyendo o si está soñando. He tenido la sensación, además, de estar leyendo dos cosas a la vez: no sólo descifraba las letras del abecedario, también me las tenía con un sistema más complejo de comunicación solapado a las letras que, de tanto en tanto, hacía por decirme algo misterioso. <br /><br />Todavía me pregunto desde dónde escribe Stifter. Su extraordinaria sinceridad, sus descripciones detalladas de paisajes perfectos y/o misteriosos, las verdades que revela, lo hacen de este mundo, pero el mero acto de leer sus tranquilas y aparentemente inocentes frases apunta hacia ubicaciones mucho más remotas. El talento de este hombre fue tan desmedido que no sólo es capaz de colapsar nuestra consciencia, también nos espolea el inconsciente. No hay otra forma de explicar esta especie de ritual iniciático que es la apertura del libro <em>Brigitta</em>. <br /><br /><em>Brigitta</em> posee elementos formales curiosos, pero en este sentido no inventa nada. La historia me recordó a la que se cuenta en <em>La ajorca de oro</em>, no la leyenda de Bécquer, me refiero al libro que escribió el príncipe Llangô Adigal, una de las cumbres de la literatura tamil. Como en este libro, hay en <em>Brigitta</em> cierto propósito aleccionador.<br /><br />Los personajes que crea Stifter han rechazado la sociedad y el entorno urbano. Todos han conocido la enaltecedora riqueza y el ardoroso lujo. La fatalidad urde una trama para que algunos se rediman. Acaban habitando páramos desolados que recuerdan al alma de la especie. Sus vidas aman el orden y la virtud, y sus días son esfuerzos repetidos tratando de obtener algún fruto de los pedregales y de las estepas húngaras. No es casual que pensara en S. Agustín. <br /><br />Imposible agotar mi admiración en unas pocas frases. Tampoco mi perplejidad: El nombre de Stifter lo oí por primera vez hace un par de semanas. Leo en el prólogo que Nietzsche, Hofmannsthal (por éste lo conozco yo), Kafka, Rilke, Benjamin, Mann y Hesse lo admiraron. Yo añadiré que los elefantes no admiran a las hormigas. <br /><br />Hofmannsthal dice que sus grandes obras son dos novelas de mayor extensión: <em>El verano tardío</em> y <em>Witiko</em>. La primera ya no habrá modo de relegarla (o regalarla) al olvido, la segunda todavía ningún editor ha osado publicarla en esta lengua. <br /><br />Decía Bataille que <em>“una buena crítica debería funcionar como una guillotina, de ella debería salir más bien sangre que otra cosa”. </em>Dios nos libre, que solía decirse. La mayoría de los jueces literarios de la época infravaloraron a Stifter, lo tomaron por otro. Supongo que tendrán algo que ver estas equivocaciones en serie con la poca difusión de sus obras fuera de Alemania. Pero esto es algo que va cambiar, porque no puede ser de otra manera. <br /><br />Leí la edición de Bartleby. Supongo que parte del mérito de lo que yo leí le corresponde al traductor, que también es el autor de un prólogo singularmente inteligente. Ibon Zubiaur se llama.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-3162857487560520802009-10-28T13:23:00.006+01:002009-10-28T13:47:55.616+01:00Libro de viajes de Benjamín de Tudela<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6Jnoahyuy2nIE9oXGbCngy60Ug1TscxYtwBTVkMguko5HD_4KtpTQApcc5XS64NLfguvkysb5zKw6QcMCnWY8H2nnPGleVctC8k7v3IMoKtSnblHcvYSiEmfyMfF5LFQXbzY2IHA32Ic/s1600-h/tudela.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 134px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg6Jnoahyuy2nIE9oXGbCngy60Ug1TscxYtwBTVkMguko5HD_4KtpTQApcc5XS64NLfguvkysb5zKw6QcMCnWY8H2nnPGleVctC8k7v3IMoKtSnblHcvYSiEmfyMfF5LFQXbzY2IHA32Ic/s200/tudela.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5397626755898609762" /></a><br />Tranquila y relajada esta lectura de ese siglo tan clave que fue el XII. Benjamín de Tudela es casi nadie: un hombre cuya existencia sólo queda probada en este libro y poco más. Fue un judío que por razones que no se saben emprendió un largo viaje (en el espacio y en el tiempo). Partió del Reino de Navarra y llegó a las puertas del Golfo Pérsico. Los estudiosos dudan acerca del tiempo que invirtió en este proyecto. Unos dicen que 5 años, otros opinan que 14. <br /><br />Benjamín de Tudela nos abre una ventana serena con vistas a tiempos difíciles. Paso a paso, recoge su itinerario, los medios con los que se desplaza, lo que ve. Hay ciudades cuyo rastro se ha perdido, otras todavía perduran. Las villas pequeñas merecen, por regla general, una escueta mención. Por ejemplo:<br /><br /><em>“Desde allí </em>(el pueblo del que viene)<em> hay una jornada y media de marcha hasta Zerayín, que es Esdraelón; allí hay un manantial grande y en ella hay un judío tintorero.” </em><br /><br />El autor pasa de pueblo a pueblo, de ciudad a ciudad, sin especificar el tiempo que permanece en cada lugar. En todos los lugares en los que viven judíos Benjamín de Tudela escribe el número aproximado de la comunidad hebrea y también, cuando existen, de las sectas discrepantes de la tradición rabínica. En las grandes ciudades el libro se divierte con leyendas, descripciones de calles, monumentos y accidentes geográficos del entorno, la historia de sus reyes antiguos y presentes (si persiste el anacronismo), las costumbres de sus ciudadanos… Roma, Constantinopla, Jerusalén, Damasco, Bagdad, Elam, Amadia, El Cairo, Alejandría son esas ciudades.<br /><br />En algún lugar cercano a la actual Basora debió de detenerse Benjamín de Tudela. Sus descripciones, esta vez menos detalladas, llegan hasta la lejana y antigua China o bordean la Península Arábiga. Se entiende que en estos casos el autor recoge testimonios ajenos. <br /><br />La población judía en la Palestina de la época es muy baja. En muchos pueblos inexistente. En Jerusalén nos dice que hay <em>“unos doscientos judíos habitando al pie de la Torre de David”</em> (los mismos que vivían en Roma). La cifra es ridícula si se compara con la existente en la vecina Mesopotamia. Sólo en Bagdad nos dice que hay 40.000 judíos y no es la ciudad de mayor población judía, aunque es allí donde vive el Exilarca, la máxima autoridad del judaísmo de ese momento, a quien el Califa reconoce. <br /><br />Hay algunos pasajes espectaculares por su fuerza evocadora. Escojo algunos:<br /><br /><em>“Desde allí hay una jornada hasta Babel, que es Babel la Antigua, en ruinas, las cuales tienen una extensión de treinta millas </em>(unos 30 km).<em> Todavía se encuentra allí el palacio derruido de Nabucodonosor, y los hombres temen entrar en él debido a las serpientes y alacranes que hay en su interior.”</em><br /><br /><em>“Los judíos de la ciudad </em>(Bagdad) <em>son sabios y muy ricos. En la ciudad de Bagdad tienen los judíos veintiocho sinagogas, entre Bagdad y Al-Korj, que está al otro lado del río Tigris, pues el río divide la ciudad. La Sinagoga Mayor del Exilarca está construida con columnas de mármol polícromo, recubiertas de plata y oro, y en las columnas hay letras de oro de versículos de los Salmos. Allí delante del estrado, hay como unos diez escalones de piedra marmórea; en el escalón superior se sienta el Exilarca con los príncipes de la casa de David. <br />La ciudad de Bagdad es grande: diez millas de circunferencia alrededor de la ciudad. Es tierra de palmeras, huertas y vergeles como no los hay en todo el país de Shinar. A ella vienen de todos los países con mercadería y en ella hay hombres sabios, filósofos conocedores de toda ciencia y magos conocedores de todo encantamiento.”</em><br /><br /><em>“Delante de Jerusalén, como a unas tres millas, hay un cementerio de israelitas, quienes en aquellos tiempos enterraban a sus muertos en cuevas; cada sepultura tiene su fecha, pero los cristianos destrozan las sepulturas y edifican sus casas con las piedras.”</em><br /><br /><em>“La ciudad </em>(Alejandría) <em>está construida hueca por debajo mediante puentes; la construyó</em> (Alejandro Magno) <em>con gran sabiduría. Sus calles son rectas, en su interior, en los canales que uno ve, los hay de una milla de distancia, de puerta a puerta: desde la puerta de Rasid hasta la puerta del Mar. Allí construyó una vía sobre el puerto de Alejandría, de una milla de distancia dentro del mar. Hizo allí una gran torre llamada EL FARO.”</em><br /><br /><em>“Desde allí hay dos jornadas hasta Gebal, que es Ba’al-Gad, al pie del monte Líbano, cercana a la horda que llaman AL-HASISIN, que no creen en la religión de los ismaelitas </em>(musulmanes),<em> sino en la de uno de ellos al que consideran como profeta; y hacen todo lo que les ordena, ya sea para muerte o para vida.”</em><br /><br />Agradezco (con forzoso retraso) a Benjamín de Tudela su breve libro, de una objetividad sorprendente. En ningún caso las divagaciones morales lo interrumpen, ni siquiera en forma de vagas insinuaciones, aunque a veces lo ocupen barbaridades y cataclismos. Impertérrito, sigue su viaje. Se entretiene más en lo bueno que en lo malo, y prefiere los hechos a los estereotipos que debería tener un judío de su época. Por poner un ejemplo, el personaje que más bien parado sale en toda la obra es el Califa que vive en Bagdad. Lo bueno también pone los pelos de punta:<br /><br /><em>“Hay allí </em>(Bagdad) <em>como unas cincuenta boticas y todas tienen bálsamos y todo cuanto necesitan de la casa real. Todo enfermo que allí va es atendido con el dinero del rey, y le medican. Hay allí un palacio que llaman DAR AL-MARISTAN. Es el palacio donde encierran a todos los dementes que se encuentran en toda la ciudad, a causa del calor. Cada uno sujeto mediante cables de hierro, hasta que recobran la razón, en invierno. Todos los días que están allí son mantenidos por la casa real. Cuando recobran la razón se les despide, y cada uno vuelve a su casa y a ocupar su cargo.<br />Dan su dinero a los que viven en las alhóndigas y a los habitantes de la ciudad, regresando cada uno a su casa y a ocupar su cargo. Mensualmente, los funcionarios del rey los interrogan y examinan, soltándoles si han recobrado la razón, y regresan a sus casas y a proseguir sus caminos. Todo eso hace el rey, por caridad, a todos los que vienen a la ciudad de Bagdad, tanto enfermos como dementes.”</em><br /><br />(Leía ayer algunas párrafos acerca de Joan Gilabert Jofré, un cura que promovió la construcción de un hospital para dementes en Valencia en el año 1410. Está cerca su 600 aniversario y los titulares de prensa así como algunas webs institucionales lo consideran el primer hospital psiquiátrico del mundo. En la página 20 de la edición (7-2008) de Tusquets de Mason y Dixon, del dios Thomas Pynchon, hay una nota que habla del <em>“Bethlehem Royal Hospital </em>(este hospital me suena a Dickens)<em>, el primer asilo para dementes de Inglaterra, fundado en el siglo XIII”</em>, (1247). En la Wikipedia este psiquiátrico inglés es <em>también</em> el primero de la historia. Pero hay una nota aclaratoria en el libro de Benjamín de Tudela (leí la 3ª edición de Riopiedras Ediciones) que dice lo siguiente: <em>“…Bagdad contó con un hospital para dementes desde el año 794”. </em>Como se ve la hipérbole no es un recurso privativo de la poesía. Quizá hace ya mucho tiempo que Bagdad no pertenece al mundo.)<br /><br />Este breve libro es una puerta secreta que da a tiempos remotos. Ya entonces las ruinas se acumulaban y florecían los imperios. Benjamín de Tudela lo sabía. Que vivan los hombres como él.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-54318732621791045652009-10-25T01:50:00.003+02:002009-10-25T02:02:06.624+02:00De tu tierra, Cesare Pavese<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiImJOM-k9xxkSwIC9CKgB71EBoWq07asH1N87Fz_g5fMukr5L5QeIALt9GAmtjiU1xosAT7tZiozuELC07ubNL2qFi0ALe0vqv7X5PpvpeZOhN0nXfSrQTNJYksVJWj6HTWP-GYSHyALo/s1600-h/la-casa-in-collina1.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 199px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiImJOM-k9xxkSwIC9CKgB71EBoWq07asH1N87Fz_g5fMukr5L5QeIALt9GAmtjiU1xosAT7tZiozuELC07ubNL2qFi0ALe0vqv7X5PpvpeZOhN0nXfSrQTNJYksVJWj6HTWP-GYSHyALo/s200/la-casa-in-collina1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5396319269719348994" /></a><br />Hace un tiempo le decía a una amiga que ya sólo me quedaba por leer el último clásico de Calvino, o el último del que hablaba Calvino en <em>Por qué leer los clásicos</em>. Era Cesare Pavese. Mi amiga, buena conocedora de la Literatura, me espabiló la urgencia de leerlo. Citó algún libro que no recuerdo, pero agregó: <em>“Cualquier cosa suya”.</em>Yo me tomé a la tremenda la indefinición del pronombre “cualquier” y me hice con todos los títulos traducidos de este autor. Por ahí andaban, sólo que el otro día abro <em>De tu tierra</em>. <br /><br /><em>De tu tierra</em> es la primera novela que escribió Pavese. Intuyo que no es su mejor obra aunque basta para satisfacer las horas de un lector exigente. La influencia de Faulkner es obvia, pero Faulkner genera escenarios y paisajes con más carácter, y dilata los puntos álgidos de sus novelas con la magistral indiferencia de un dios despótico y cansado. Pavese, no obstante, nos ofrece un universo más accesible, y es menos barroco en sus silencios. <br /><br />Cuenta <em>De tu tierra</em> un hombre (Berto) que ha estado en la cárcel. Allí conoce a otro (Talino). El primero es de Turín, el otro de Monticello, <em>“un pueblo tan insignificante que ningún tren pasa por allí de noche”. </em>Berto es mecánico y Talino lo convence para que vaya a su pueblo: su padre puede darle trabajo con la trilladora. Berto llega a Monticello y se instala en la casa de campo donde vive la familia de Talino. A éste último lo acusan de haber quemado la casa de un vecino y una continua amenaza pesa sobre él. A Berto no le gusta lo que ve, en algún momento cree ser el guardaespaldas de Talino. Fuma sin parar y siente atracción por Gisella, una de las hermanas de Talino, que lo distrae del deseo de largarse de ese pueblo. Berto y Gisella comparten una tarde y un lago solitario, pero la sombra de un incesto atenaza la magia del momento. El final es la reacción de un loco. <br /><br />Esta novela rebosa sensualidad (las eternas manzanas, las colinas que emulan los pechos femeninos, la procacidad de las miradas y de los diálogos…) y salvajismo (el arcaico tribalismo de la familia, la tensión de lo irracional…). Llama la atención la casa. La imagen de la casa. Me acordé de Gaston Bachelard. <br /><br />El protagonista, que es un hombre de ciudad, choca con un mundo de criaturas simples pero indescifrables. Como es una narración en primera persona, el lector nunca obtiene una visión completa de la realidad. En esos espacios vacíos el lector tiene el acto reflejo de imaginar, aunque Pavese no nos deje el desahogo del puzle terminado. I. Calvino lo dijo de modo más minucioso:<br /><br /><em>“Todas las novelas de Pavese giran en torno a un tema oculto, a algo no dicho que es lo que verdaderamente quiere decir y que sólo se puede decir callándolo. Alrededor se forma un tejido de signos visibles, de palabras pronunciadas: cada uno de esos signos tiene a su vez una faz secreta (un significado polivalente o incomunicable) que cuenta más que la faz evidente, pero su verdadero significado está en la relación que los vincula con lo no dicho."</em><br /><br />Un poco más abajo en el artículo de Calvino (<em>Pavese y los sacrificios humanos</em>) se lee una mención a uno de los libros más extraordinarios que he leído jamás: <em>La rama dorada</em>.<br /><br /><em>“Vincular la etnología y la mitología grecorromana con su autobiografía existencial había sido el programa constante de Pavese. En la base de su dedicación a los estudios de los etnólogos estaban las sugestiones de una lectura infantil: La rama dorada de Frazer, una obra que ya había sido fundamental para Freud, para Lawrence, para Eliot. La rama dorada es una especie de vuelta al mundo en busca de los orígenes de los sacrificios humanos y de las fiestas del fuego.”</em><br /><br /><em>La rama dorada</em> es mucho más que eso (por cierto Tusquets se olvidó de incluir al genial Frazer (y a alguno más) en el Índice onomástico de autores). <br /><br />En el universo de Pavese sólo he dado el primer paso. Pero la senda que sugieren sus libros, la andaré con el tiempo.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-79474596004228164802009-10-19T02:30:00.003+02:002009-10-19T02:50:11.657+02:00El esclavo, Isaac Bashevis Singer<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiv7xvVVBGTxWW8PN8yqPs-NOG-gi0D4Tadw3ZyTbxSOc_Z1S2pef9N20IEh89735T4DHymczcnbWzysD_w-PS1mAg43ckdg0J7KVvJm5jHImSqD-6s2kS5CWnMuusJj4oCbkDZsOJ09gs/s1600-h/isaac+singer.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 154px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiv7xvVVBGTxWW8PN8yqPs-NOG-gi0D4Tadw3ZyTbxSOc_Z1S2pef9N20IEh89735T4DHymczcnbWzysD_w-PS1mAg43ckdg0J7KVvJm5jHImSqD-6s2kS5CWnMuusJj4oCbkDZsOJ09gs/s200/isaac+singer.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5394102628602726802" /></a><br />En el siglo XVII el número de judíos en Polonia era mayor que en cualquier otra parte del mundo. Este pueblo había conseguido cierta estabilidad en estas tierras cuando de muchas otras ya había sido expulsado. Polonia era un país comandado por señores feudales con un poder suficiente para que el rey no tomase demasiado afecto a su trono. Esta descentralización fabricó un país vulnerable en una época de imperios rapaces. Los diferentes territorios competían entre ellos por la riqueza, y un buen modo de ganar ventaja era garantizar y facilitar la vida de la comunidad judía (esta última frase podría valer para cualquier país europeo en algún momento de su historia). La sed por el poder de la aristocracia polaca despreciaba así los hostiles concilios católicos y las soflamas incandescentes de algunas órdenes monásticas que pretendían la conversión de los judíos y, mientras ésta llegaba, su segregación.<br /><br />En el año 1648 hubo un levantamiento de los cosacos que habitaban en el sureste de aquella Polonia. Millones (3) de judíos y polacos fueron exterminados. En esa revuelta macabra los cuellos se abrían como toneles de vino, las mujeres eran violadas, asesinadas o forzadas a un concubinato sin aparente término. Los niños fueron (de esto hay constancia) enterrados vivos. Luego el Imperio Sueco invadió el país. <br /><br />La vida de Jacob (el protagonista de esta novela) se cruza con el año 1648. Pierde a su mujer y a sus dos hijos. Lejos de Josefov (su ciudad) termina siendo esclavo de un ganadero polaco. Jacob es un judío instruido que es capaz de sobreponerse a estas desgracias (que cuando empieza la novela ya han ocurrido) y a muchas otras (que son la historia de <em>El esclavo</em>).<br /><br />Isaac Bashevis Singer se sirve de la situación límite de su personaje para ofrecernos verdades profundamente humanas y pensamientos eternos. Da gusto leer la evolución personal de Jacob y la del mundo que pueden ver sus ojos, siempre a punto de desmoronarse. Jacob nos expone esa religión ancestral que conocen los que la conocen. Tiene fuerza, honradez y el beneplácito del lector juicioso. Desde el principio y hasta el final es un esclavo. Esclavo del azar, de Jan Bzik (el granjero del que hablé antes), de sus deseos, de las leyes, de sus temores, pero sobre todo es esclavo de su futuro, y todos sus padecimientos se transforman en un canto a la vida. (Hay elementos del hasidismo importantes en este personaje, aunque esta corriente del judaísmo aparecería más tarde.)<br /><br />Bashevis Singer fue hijo de un rabino y <em>El esclavo</em> contiene guiños de libros espléndidos que sólo unos pocos elegidos leerán a lo largo de sus vidas: <em>El árbol de la vida</em>, <em>Guía de perplejos </em>(la edición de Trotta es fabulosa), <em>Zohar</em>… El autor no se anda con contemplaciones y deja a cada cual en su lugar, sea cristiano, judío, rico o pobre. <br /><br />Hay sentencias que no quedarán mal a continuación:<br /><br /><em>"¿Qué le importan los edictos a la naturaleza humana?"</em><br /><em><br />"La vida que se vive en constante temor pierde su encanto."</em><br /><br /><em>"¿Qué sería del poder de los malvados si los justos no se mostraran tan pusilánimes?"</em><br /><br />Los grandes escritores son aquellos continúan el párrafo allí donde los otros paran. Por eso esta novela, sin apenas artificios, es recomendable. Su lectura es rápida y el libro se nos pega a las manos como un testigo de relevista. Este Premio Nobel (1978) sabía lo que se hacía. <br /><br />Isaac Bashevis Singer fue un vegano tenaz desde que se dio cuenta (en esta vida todo es darse cuenta). Este libro es el primero que incluye alegatos a favor de esa dieta que también es la mía. <br /><br /><em>"Los judíos trataban a los animales como los cosacos a los judíos. Las palabras cabeza, cuello, hígado y mollejas le producían escalofríos. Al sentir la carne en la boca lo asaltaba la sensación de estar devorando a sus propios hijos. Varias veces, después de la fiesta del Sabbat, había tenido que salir a vomitar."</em><br /><br />Y ya acabando el libro:<br /><br /><em>"Le llevaba kashe y caldo de buey; pero él le dijo que nunca comía carne, ni pescado, ni nada que procediera de criatura viviente, incluidos el queso y los huevos.<br />- Entonces, ¿de qué vives? ¿De carbones encendidos?<br />- De pan y aceitunas.<br />- Aquí no hay aceitunas.<br />- También tomo rábanos, cebolla o ajo con el pan. <br />- ¿Y cómo haces para conservar las fuerzas?<br />- Dios da las fuerzas. </em><br /><br />Me quedan tantas cosas por decir que voy a dejarlo aquí. Eso es lo que les pasa a los buenos libros, que se hacen interminables después de haberlos leído.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-29419018917100106982009-10-10T14:47:00.004+02:002009-10-10T14:54:23.255+02:00El niño prodigio, Irène Némirovsky<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcLdCvMttagT7DJUI_5UYfg7ZLQJqFL9F9lDvUbiOboiTWc6NwJHJ0GSYNu8eigcGXYU1eFE4oAY16GwD3BDQXJPg6EhnXv0Ujii0TSkNx8GOxlJEbL80JtQ07724O2OCiv6UT9Fnxjj8/s1600-h/irene_nemirovsky.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 174px; height: 162px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgcLdCvMttagT7DJUI_5UYfg7ZLQJqFL9F9lDvUbiOboiTWc6NwJHJ0GSYNu8eigcGXYU1eFE4oAY16GwD3BDQXJPg6EhnXv0Ujii0TSkNx8GOxlJEbL80JtQ07724O2OCiv6UT9Fnxjj8/s200/irene_nemirovsky.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5390952605791188338" /></a><br />El kukicha es un té que se elabora con finos tallos de al menos tres años de edad. Apenas contiene alcaloides y conserva un aroma de tierra vivificante que, a fuerza de costumbre, me sabe ya a noches de lectura. También me acompañó esta vez con este libro raro. <br /><br />Irène Némirovsky no tenía más de 24 años cuando escribió este relato. Fue el primero que pudo leer el público y es ya, salvo el principio, una lección de Literatura. Con una escritura clara y sencilla, la autora se adentra en la psicología cíclica de los casos perdidos, de esos hombres derrotados cuyo obcecado amor vagabundea en las áridas zonas de la pena. <br /><br />Amor y talento son las grandes palabras de este libro. Ismael es un niño judío que aprende muy rápido el alfabeto y los versos sagrados. De padres trabajadores y ocupados, completa su niñez merodeando por los bajos fondos de una ciudad portuaria. Aprende las canciones de los marineros cansados y bebe el alcohol de los hombres. Acaba por ser uno más en las tabernas. Su talento natural para los versos es reconocido por todos, y sus canciones improvisadas son un bálsamo eficaz para la audiencia borracha. Entabla amistad con un hombre de la clase alta y acaba por ser el protegido de una aristócrata. Ismael conoce el lujo y el amor tempranero, pues acaba enamorándose de su protectora al despuntar su adolescencia. Crece solo y solo se hace hombre. Con los gastos pagados, ocupa los días tratando de atrapar versos memorables. Con ayuda de los libros trata de aprender lo que ya sabía. Pero eso no para en bien, y el protagonista sufre su mediocridad. Ya hombre es despreciado por la que fue su mecenas y vuelve con los padres, y a las tabernas. Desconoce qué fue de su talento. Pero allí encuentra a ese hombre de la clase alta, que fue un día poeta famoso, con los mismos problemas. El final es trágico y expeditivo. <br /><br />En el Dr. Zhivago, Pasternak enlaza las casualidades de tal modo que el destino se supera. Acaban conformando una mecánica novedosa, y el extenso país que es Rusia podría no exceder los límites habituales de un tablero de ajedrez. Ya antes, dichas casualidades habían tenido un papel importante en el cuento ruso, mucho más que lo habitual en otras patrias. Autores como Lermontov, Afanásiev, Pushkin (sobre todo Pushkin), Sholojov… las habían utilizado a modo de juego de espejos, o como moralejas de cañón recortado. Irène Némirovsky recurre a un final tipificado, pero sus resultados son exquisitos por la generosa extensión del cuento y por el tema de fondo: el talento. <br /><br />Muchos han sido los hombres que han dejado de hacer bien aquello en lo que eran excelentes. Muchas son las cualidades humanas que se pierden en las cunetas de los caminos que deberían mejorarlas. El niño protagonista de este cuento ignora lo que ha hecho para extraviar su don. Lo mismo que el hombre de la clase alta. Es este quien, en un entrecortado monólogo exclama: “Dios Todopoderoso, ¿por qué me has arrebatado lo que Tú mismo me habías dado?”. Jesús de Nazaret exclamó en la cruz: “Elí, Elí, ¿lamma sabacthani?” (Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). El tema es, desde luego, eterno, y la intuición de la autora lo transforma en una especie de carrusel de sugerencias que una semana de noches y un par de lecturas no ha agotado. Le sigo dando vueltas. <br /><br />Antes he hablado mal del principio. Me resulta un tanto desgarbado, pero pasa pronto: cuando esta autora se pone a escribir de lo que quiere tratar las genialidades le vienen como por castigo. En sus frases cortas y claras resuenan los siglos como campanas de luz y deambula esa sensación indescriptible y gigante de estar leyendo a Irène Némirovsky. Su unicidad en el universo literario, tan rotunda y sin aspavientos, es un indicador de su talento, que no se agotó nunca. <br /><br />Causa dolor imaginar que la sensibilidad de esta autora habitó Auschwitz, y que en ese lugar murió a causa del poder excesivo, que siempre es loco (cuando el poder no tiene competidores él mismo se lleva a la perdición, aunque se lleva a muchos por delante). Nos dejó sus libros o sus momentos solitarios, que dedicó al mundo. <br /><br />La escritura de esta mujer emana una luz lejana, como de estrella. Yo la he sentido físicamente. El mero recuerdo de sus libros la conserva. Dichosos los que la hallan.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-33699917297703348542009-09-29T02:49:00.005+02:002009-09-29T09:58:40.694+02:00Una reseña de Borges<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho9rE9LkTzd13d_MMYy2QAPLI5KENJ2jm22o0JXdOeUBQg6JQ307GvpGDBp52JulNEVEmN9m3Kw9qpOrbC0hInvthxM0I6-hOrAFcL3BrKBjgQ1q0Y4KlMbs8rlNUt568hk6UBYsBKgbk/s1600-h/ABANICO%2520MULTICOLOR%2520105.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 188px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEho9rE9LkTzd13d_MMYy2QAPLI5KENJ2jm22o0JXdOeUBQg6JQ307GvpGDBp52JulNEVEmN9m3Kw9qpOrbC0hInvthxM0I6-hOrAFcL3BrKBjgQ1q0Y4KlMbs8rlNUt568hk6UBYsBKgbk/s200/ABANICO%2520MULTICOLOR%2520105.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5386694132458604786" /></a><br />A todo buen lector le habrá alcanzado la pena de unos días sin libros destacables. En mi caso, la crisis y la aversión por la lectura de pantalla se han aliado para impedir que este post siga la rutina que yo mismo elegí. <br /><br />He tenido que recuperar libros perdidos en mis estantes que conservaban las huellas del lector adolescente que fui un día. Al leerlos, esta vez hasta el final, he lamentado no haberme equivocado entonces, cuando los olvidé a mitad. Me quedo, sin embargo, con un momento feliz: en uno de esos libros he rescatado una estampita de mi primera comunión. <br /><br />Comentar libros malos (libros que nos parecen malos) no me resulta, a priori, una idea muy brillante. La verdad es que los libros malos son raros. Yo diría que los libros que llamamos malos son los que deberíamos llamar mediocres. Son libros cuya lectura, por diversos motivos que ya vendrán al caso, nos parece maquinal, apagada, como el libro de instrucciones de una lavadora o la garantía de la Thermomix. Pobres páginas cuyas bondades percibe el lector turbias y lejanas. Aun así puede consolarnos la historia que se cuenta, los ecos de otros libros, y, en el peor de los casos, la dosis de papel entre los dedos. Es muy fácil no escribir un libro admirable, pero requiere un arte inverso escribir un libro que cargue contra sí mismo. <br /><br />Copiaré a continuación una reseña que hizo Borges en la Revista Multicolor (Nº 20). Comenta un libro malo. Es, sin ninguna duda, la crítica más dura que he podido leer. Es tan implacable que alguna vez noté que el propio Borges salía malparado. Omito el nombre del libro que se reseña. También el del autor (baste decir que no hay rastro de sus versos en la red). Dejando de lado la compasión, pienso un par de razones para callarlos: el propio Borges se olvidó de casi todo lo que hasta la fecha (1933) había escrito, yo no sé si aquel joven erudito supo que perdurarían estas páginas o si las escribió para la ocasión y para el olvido; para qué unir un nombre a la sonrisas que igual nos surgirán (Borges supo más tarde que todos los libros son anónimos)…<br /><br />Lo que sigue, ya se notará, es de J. L. Borges.<br /><br /><br /><br /><em>Este libro, curiosa antología del error, agota las maneras más diversas de eludir la poesía. El escritor (de algún modo hemos de llamarlo) exhuma los errores peculiares de Julio Herrera y Reissig, como si los actuales no le bastaran. Maneja con igual naturalidad la cursilería del pasado mañana y la de anteayer. Suele cultivar las variantes:</em><br /><br />El buen oído se goza en el silencio;<br />en la fina y serena comarca del silencio,<br />en la honda y sedante caricia del silencio,<br />en la quieta guitarra del silencio,<br />en la fresca cisterna del silencio,<br />en la copa de oro del silencio.<br /><br /><em>También las voces matemáticas para simular precisión:</em><br /><br />Un ángulo de garzas en azul metálico<br />progresando hacia el decaimiento de la tarde<br />por el camino ideal de un paralelo<br />me sumerge en la conciencia del Transcurso. <br /><br /><em>También la deliberada pedantería (ya acometida victoriosamente en la estrofa anterior, norma de versos indecibles):</em><br /><br />Ah! Tender las velas desde el cono de sombra propicia<br />atravesando torvos océanos de luces herméticas,<br />islas radiantes, cruzar toda la leche de Hera<br />singlando a más distantes nébulas extragalácticas!<br /><br /><em>También el mero balbuceo de palabras goteadas, que quiere ser confundido con laconismo:</em><br /><br />Tarde de plata.<br />Anteojos. Péndulos. Acanto.<br />Camino de palmeras hacia la fuente.<br /><br />Física del mundo.<br />Vivir ahí. Lila de las glicinas<br />Rostro de puras líneas frescas y ruborosas.<br />Tu grácil elegancia arqueada sobre el agua.<br />Dueños aquí por siempre. Olvidar lo pasado<br />Cada semana. Claveles y silencio.<br /><br /><em>También la alegoría en todo su horror:</em><br /><br />Atravesaba a nado el mar de los problemas<br />para aspirar la flor de una hermosura nueva…<br />Sus brazadas medían las concavidades,<br />y desde la garrocha de una hipótesis<br />adornaba los montes de parábolas. <br /><br /><em>También las órdenes despóticas, de ejecución más bien improbable:</em><br /><br />Alma mía, decanta la esencia de tu goce,<br />Depura la rudeza de la forma prístina,<br />decora de elegancia tu recia varonía.<br /><br /><em>También los imprudentes consejos:</em><br /><br />Confía en el motor de tus razonamientos,<br />en el goniómetro de tu agudeza,<br />en la esencia de tu cultura,<br />e impulsa tus aviones a todas las estrellas,<br />y hazlos dar saltos y loopings sobre lo absurdo. <br /><br /><em>También el helenismo y la sastrería:</em><br /><br />Quisiera ir al país de la alegoría<br />para tenderme bajo los sombríos matorrales<br />a acariciar mis pensamientos sobre lo bello;<br />para usar una túnica como la de Mercurio,<br />y hundir mis manos en las cabelleras de naranja<br />de las gracias danzantes, y competir con el dios aéreo<br />en el juego elegante que entreabre las gasas.<br /><br /><em>De otros errores es espejo y norma el señor XXXXXmil, pero no puedo transcribir todo el libro. Recomiendo su examen apasionado, a los curiosos y amateurs del mal gusto, entre quienes me cuento. Casi descreo del placer de los libros buenos; prefiero el de los malos. </em>a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-21555222381537292542009-09-21T13:45:00.004+02:002009-09-21T14:01:20.741+02:00Cuentos de la selva, Horacio Quiroga<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHgGgokWaDnIpsoJtb_Zl2oBQzWwOJ9TJkLes2uqKmv59QlO_G4mHiyur3b05sxfcwCGojPwMfvvBirT6cmZ8iA5dlbWSvhFJ6ozThy-T3N1XJVfDLBZy27yvf46LkEKPIUzk7uaqevIY/s1600-h/quiroga1.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 194px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHgGgokWaDnIpsoJtb_Zl2oBQzWwOJ9TJkLes2uqKmv59QlO_G4mHiyur3b05sxfcwCGojPwMfvvBirT6cmZ8iA5dlbWSvhFJ6ozThy-T3N1XJVfDLBZy27yvf46LkEKPIUzk7uaqevIY/s200/quiroga1.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5383888892179435970" /></a><br />No me imagino cómo son las noches de la jungla. La soledad en medio de ese todo verde del origen puede saber a expiación y a Dios, a miedo y a prisión desorbitada. Horacio, que vivía en Buenos Aires, quiso cultivar algodonales en ese mundo indómito. En Misiones pasaría algunos años con su primera mujer. Tuvo con ella dos hijos, Eglé y Darío, que fueron el auditorio natural de estos cuentos exquisitos. <br /><br />En <em>Cuentos de la selva </em>se recogen 8 historias de extensión más o menos uniforme cuyos principales protagonistas son los animales. Tortugas, flamencos, loros, yacarés, abejas… apaciguaron el fuego creativo de este hombre en esa soledad premeditada y endulzaron las tardes y las noches de sus dos hijos pequeños. <br /><br />En algún cuento se sabe que Horacio Quiroga conocía a Kipling (su libro <em>Los cuentos de así fue</em>, que tanto alabó Borges); en otros se toca la fábula clásica, aunque su moraleja es difusa; la problemática relación del hombre con su entorno lo ocupa en algún relato; en otro se intuye que los protagonistas son sus hijos. La edición que compré (una de Anaya, del año 2001) tiene un prólogo y un cuento al final de Pablo Schmilovich. En ese último cuento se narra la posible vuelta de los hijos de Quiroga a las tierras que los vieron crecer y el encuentro con los animales que aparecen en las historias que su padre escribió. <br /><br />A Horacio Quiroga se le considera uno de los maestros del cuento. Es probable que así sea: los cuentos de este libro o rozan la perfección o la tocan con soltura. Leo en el prólogo que sentía admiración por Dumas, Scott, Dickens, Balzac, Zola, Maupassant, Bécquer y Poe. Creo que esto no es excepcional. Sí lo es el hecho de que consiguiera escritos profundamente originales partiendo de bases tan puntuales y públicas. <br /><br />Hay en estas páginas (y en casi todas las otras de Quiroga que he leído) una rara melancolía cuya percepción es un grato alimento para el alma. En ese sentido, <em>Cuentos de la selva</em>, que suele catalogarse como literatura infantil, no es un libro para niños. <br /><br />El lector que visite este post puede encontrar en otros lugares más detalles de la vida de Horacio Quiroga. Baste decir que la carretera que llevaba a su paz y a su tranquilidad tenía baches inauditos, y fue cortada muchas veces por asaltadores, desprendimientos, y otros imprevistos azares. <br /><br />Leí esta obra, dormida desde hacía tiempo en mis estantes, para el sueño de mi hija. La descubrí en voz alta al mismo tiempo que ella. Impostaba la voz, gesticulaba, pero sentía por debajo (y tragaba saliva) la buena literatura, esa turbia felicidad de mis dichosas sinapsis.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-17950705381100460252009-09-11T15:03:00.005+02:002009-09-16T11:21:21.855+02:00El azul de los lápices, Rafael Correcher<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheJ2ds9aWHMB_qZV50y5UDr4us6cOdtSIXQQzHaI5siQJojN7YEsRHTVuUicNJ3tVCg-IIq9gttWBXJ9BLjOqxES4uaztaoWJ9My-kfTR5oyitprehtJoDkywgaCC7yZBp-HZPMQ6I61w/s1600-h/400_1195779608_flamas-azules.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheJ2ds9aWHMB_qZV50y5UDr4us6cOdtSIXQQzHaI5siQJojN7YEsRHTVuUicNJ3tVCg-IIq9gttWBXJ9BLjOqxES4uaztaoWJ9My-kfTR5oyitprehtJoDkywgaCC7yZBp-HZPMQ6I61w/s200/400_1195779608_flamas-azules.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5380195378516436482" /></a><br />Rafael Correcher es un amigo, pero no es la amistad la que me invita a escribir estas líneas, sino su nuevo libro: el VI premio César Simón de poesía le permitió publicarlo. <br /><br />La poesía de Correcher es exigente: una lectura desatenta atenta contra el libro. Requiere cierta paz, cierta limpieza, cierto vuelo. Se mueve en ese reino paralelo que instauran las metáforas, pero nunca se pierde la claridad que éstas vierten sobre nuestras vidas. Hay algo luminoso en la vaguedad serena de estos versos. Esa cosa milagro que las letras exhalan como un tiro de gracia. <br /><br /><em>NUBES<br /><br />Son otras sendas de fugaz<br /> espuma.<br />Dejan sus gestos<br />bajo el cuidado de los pájaros,<br />toman del sol tardío<br />luciérnagas sin rumbo.<br /><br />Su movimiento, tan hermético, <br />crea un nuevo paisaje:<br /><br />esta cambiante geografía,<br />metamorfosis<br />en el escombro silencioso<br />de las alturas. </em><br /><br />El extrañado oficio de vivir, la soledad de quien busca una respuesta, la quimera del tiempo, la hazaña de los versos en la noche, la misteriosa existencia de las cosas, la muerte… Temas universales que trata Correcher con singular acierto. <br /><br /><em>ÚLTIMA CERTEZA<br /><br />Jamás reconocemos <br />la verdad que revela la locura<br />hasta que llega el alba <br />del tercer día. <br /><br />Es como si la muerte<br />llevase entre sus manos<br />una navaja abierta<br />con tu nombre<br />sólo por el placer de recordarte. </em><br /><br />Su fijación por los detalles es de una brillantez parlante. Recuerdan a haikus a lo Kerouac algunos de estos versos de la serie PAISAJES:<br /><br /><em>VI <br /><br />La voz de los semáforos.<br /><br />Un destello que ignoras,<br />esqueletos de luz<br />bajo la lluvia.<br /><br />IV<br /><br />Las moscas,<br />en su exilio de sal,<br />tejen las redes<br />del pescador.<br /><br />V<br /><br />La mañana es un hilo <br />que no penetra <br />el ojo de la aguja de tus sueños. </em><br /><br /><em>El azul de los lápices</em> es un libro más que notable para ser un debut. Su homogeneidad, su lucidez, su factura, son las propias de un veterano. Después de éste vendrán más pero mi amigo ya ha bajado de los 10 segundos. Sé que sigue bajo el azul de los días reclutando verdades mientras yo escribo esto. Sé que me dirá, andando el tiempo, lo que a mí se me escapa. Por eso me demoro, tranquilo, en la escritura de estas líneas. <br /><br />Hay pensamientos y versos memorables. Por ejemplo los siguientes, de estructura laberíntica:<br /><br /><em>"Para quedarte, sólo necesitas<br />entender los cuchillos afilados<br />en la profundidad de tus heridas."</em><br /><br />O esta maravilla: <br /><br /><em>"Porque el agua carece de memoria<br />reparte sus sentidos..."</em><br /><br />O la siguiente:<br /><br /><em>"...vivo <br />con el convencimiento de ser fiel<br />a lo que extraño." </em><br /><br />Citaré un último poema: la primera parte del que se titula <br /><br /><em>PARADISE NOW<br /> <br />(Palestina 2008)<br /><br />I <br />No es posible que seas sólo polvo.<br /><br />Para qué te ha creado<br /> ese dios<br />sino para ser mucho más que rastro<br />bajo vientos que encuentran su paisaje<br />oculto cada día en las arenas.<br /><br />Cómo puede negarte<br />sus ojos para ver morir el sol<br />justo cuando los surcos<br />del camino atraviesan tu inocencia.<br /><br />Inquieta no saber decir lo exacto,<br /><br />el dolor huele a sal,<br />es una nube densa, no deja de crecer<br />en las espinas.<br /><br />Y sin embargo vives como un punto de luz,<br /><br />bajo tus puentes gritan<br />los frutos invernales del olivo. </em><br /><br />Con humildad, sin aspavientos publicitarios, se ha colado este libro en los cargados estantes de las librerías. Yo, que no me conformo con poco, animo a los azarosos lectores de este blog a que lo exploren.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-51234728114874388162009-09-02T01:37:00.005+02:002009-09-21T16:08:57.329+02:00El código de Arquímedes, Reviel Netz y William Noel<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfKHDhb9PpvZZHCGrJMWmy6Rh-8FNCNiBk9WVLEnyBGIpvyir5xaRuWCtcfYuEEr_H7uoW_lZWpZhrqiPwlgANU0_gv87ymvMkbgxuMXkP-itqKyb2Hv-dwVpCp-_QkAkwbf8s_GnYiZE/s1600-h/stomachion.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 198px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgfKHDhb9PpvZZHCGrJMWmy6Rh-8FNCNiBk9WVLEnyBGIpvyir5xaRuWCtcfYuEEr_H7uoW_lZWpZhrqiPwlgANU0_gv87ymvMkbgxuMXkP-itqKyb2Hv-dwVpCp-_QkAkwbf8s_GnYiZE/s200/stomachion.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5376647968789723170" /></a><br />La historia de los libros, como la de los hombres, es azarosa. Hay páginas que naufragaron en los océanos cónicos del tiempo; hay otras que se perdieron para siempre después de pernoctar durante siglos en el silencio polvoriento de las abadías medievales, o en el olvido de las herencias desagradecidas, o en la privada oscuridad de las tumbas. (Ni siquiera los libros son ajenos a la segunda ley de la Termodinámica). <br /><br /><em>El código de Arquímedes</em> narra las peripecias de bibliófilos, científicos, filólogos… para sacar a la luz elementos desconocidos de las obras de uno de los mejores hombres. En el principio hay un libro subastado. Ese libro es un palimsesto (un pergamino raspado y reutilizado) que retiene, bajo la apariencia lúgubre de un devocionario del siglo XIII, páginas inéditas de la especie. Las conclusiones de los mejores especialistas conviven con la tediosa descripción de los experimentos ópticos necesarios para llegar a vislumbrar la antigua matemática. <br /><br />Uno de los autores es curador en el Museo de Arte Walters (Baltimore), donde se halla el manuscrito; el otro imparte Ciencia Antigua en Stanford. Se turnan por capítulos para hacer más llevadero este libro que roza las 400 páginas. Lo consiguen a medias, pero pasa porque el lector percibe la tensa pasión con la que trabajaron.<br /> <br />Arquímedes es uno de los grandes. Lo que este hombre supuso para el Hombre es casi una metáfora. Lo supimos desde siempre, pero estos textos ahora descifrados resaltan la magnitud del abismo que se había perdido. Arquímedes se inventó los centros de gravedad, la hidráulica, un rudimentario cálculo más de 15 siglos antes que Newton (que Leibniz). Empleó la combinatoria tratando de descifrar la cantidad de posiciones posibles en las que podían formar un cuadrado las figuras del Stomachion (la foto de la entrada. El resultado es 17152). Circunscribiendo polígonos de 96 lados a círculos el número pi se hizo más claro, definió la elipse, ideó un sinfín de maquinaria bélica, el tornillo que lleva su nombre…<br /><br />Leonardo da Vinci fue otro hombre de una inteligencia poco habitual. Leyó un libro de Arquímedes que describía la obtención de los centros de gravedad de las figuras planas. Da Vinci se las arregló para obtener el centro de gravedad del tetraedro. Algo realmente excepcional. Pero el caso es que 1700 años antes Arquímedes no sólo conocía el centro de gravedad del tetraedro sino que había obtenido (y proponía un método para hacerlo) el de secciones curvas como segmentos esféricos, paraboloides, segmentos de hiperboloides, elipsoides… El libro se llamaba <em>El método</em> y se lo envió a Eratóstenes, que dirigió la biblioteca de Alejandría y que midió el radio de la Tierra. <br /><br />Arquímedes se quejaba de que lo entendía poca gente. Es probable que esa sea la causa principal del olvido de sus mejores libros. Los que no entienden juzgan mal el mérito de lo que no entienden. Muchos siglos después, quizá Galileo empezaba a ver por dónde iban los tiros. Galileo y Newton supieron que aquel hombre de Siracusa había cambiado el mundo. El infinito actual, ese concepto vago que tanto tardó en solidificarse en las matemáticas, se moldeó en el torno de Arquímedes.<br /><br />Arquímedes vivió en Siracusa, por entonces una ciudad estado que participó en la Segunda Guerra Púnica (218 a.C.-201 a.C.). Los inventos que realizó complicaron la vida a los romanos, y su nombre, ya conocido, se tornó famoso. Pero el auge de Roma era inevitable y Siracusa fue tomada. Una espada vulgar mató a Arquímedes. Dicen que sus últimas palabras fueron: <em>“No molestes a mis círculos”. </em><br /> <br />En su tumba, hoy perdida, dicen que se grabó (él lo quería) un curioso epitafio: una esfera circunscrita a un cilindro. Era, a su parecer, el más elegante de sus resultados. Había descubierto que la relación entre ambos volúmenes es 2/3.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-33134855602021872952009-08-21T13:18:00.006+02:002009-08-28T00:59:54.829+02:00Las causas, J. L. Borges<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgH_WpzVFsu8htMH4mxg7DlTXbCjGina_4uQ4lrTynXFuZvfBjNQTCd74H4WFeahJ9nHIN2OUWKhWNp-uoLtgq1t8dB2DfqBIxhghzVhBQE8gJZzuGsvXsdNQpa7JbTmnpmHltKJwsetkc/s1600-h/borges02.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 193px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgH_WpzVFsu8htMH4mxg7DlTXbCjGina_4uQ4lrTynXFuZvfBjNQTCd74H4WFeahJ9nHIN2OUWKhWNp-uoLtgq1t8dB2DfqBIxhghzVhBQE8gJZzuGsvXsdNQpa7JbTmnpmHltKJwsetkc/s200/borges02.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5372379034647022034" /></a><br />Un día me entretuve con mi hija buscando algunas imágenes, quitando algunas palabras de este genial poema de Borges. Salió una cosa curiosa que puede descargarse aquí:<br /><br /><br /><a href="http://www.turboupload.com/dz79fodhu0un/Los.doc.html">Download Los doc</a><br /><br />Shared via <a href="http://addthis.com">AddThis</a><br /><br /><br />El poema es inmortal y el que sigue:<br /><br />Las causas.<br /><br />Los ponientes y las generaciones. <br />Los días y ninguno fue el primero. <br />La frescura del agua en la garganta <br />de Adán. El ordenado Paraíso. <br />El ojo descifrando la tiniebla. <br />El amor de los lobos en el alba. <br />La palabra. El hexámetro. El espejo. <br />La Torre de Babel y la soberbia. <br />La luna que miraban los caldeos. <br />Las arenas innúmeras del Ganges. <br />Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña. <br />Las manzanas de oro de las islas. <br />Los pasos del errante laberinto. <br />El infinito lienzo de Penélope. <br />El tiempo circular de los estoicos. <br />La moneda en la boca del que ha muerto. <br />El peso de la espada en la balanza. <br />Cada gota de agua en la clepsidra. <br />Las águilas, los fastos, las legiones. <br />César en la mañana de Farsalia. <br />La sombra de las cruces en la tierra. <br />El ajedrez y el álgebra del persa. <br />Los rastros de las largas migraciones. <br />La conquista de reinos por la espada. <br />La brújula incesante. El mar abierto. <br />El eco del reloj en la memoria. <br />El rey ajusticiado por el hacha. <br />El polvo incalculable que fue ejércitos. <br />La voz del ruiseñor en Dinamarca. <br />La escrupulosa línea del calígrafo. <br />El rostro del suicida en el espejo. <br />El naipe del tahúr. El oro ávido. <br />Las formas de la nube en el desierto. <br />Cada arabesco del calidoscopio. <br />Cada remordimiento y cada lágrima. <br />Se precisaron todas esas cosas <br />para que nuestras manos se encontraran.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-79961894533743016812009-08-21T03:18:00.007+02:002009-08-28T01:03:51.793+02:00La madre, Pearl S. Buck<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPvc61p5gM3C9gYKGPnVDMyc0uX8zaQlre3zKEQx8lpR4rLnlKjM8KcHlsIja4ANZN5gGM1XLGa5l9r8AYtbylC9e5bZKuMSPn8CH6KqgonUnQzA6hgnsP-OhVNwpmazYt_ZueMzSjtaM/s1600-h/origen_cultivo2.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 200px; height: 150px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjPvc61p5gM3C9gYKGPnVDMyc0uX8zaQlre3zKEQx8lpR4rLnlKjM8KcHlsIja4ANZN5gGM1XLGa5l9r8AYtbylC9e5bZKuMSPn8CH6KqgonUnQzA6hgnsP-OhVNwpmazYt_ZueMzSjtaM/s200/origen_cultivo2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5372223518348814082" /></a><br /><br />Si esta novela se publicara hoy por primera vez, es probable que la adornaran escuetas hipérboles como éstas: <em>“Probablemente el mejor libro del año”, “El personaje principal se quedará en tus pupilas por mucho tiempo”.</em> También otras, más vagas y difusas, pero que igualmente rozan una épica indigesta: <em>“Este libro ha venido para quedarse”, “El necesario testimonio de una época”, “Un libro imprescindible en cualquier biblioteca”. </em>Existen algunas todavía peores y que, además, no nos incumben: <em>“El mejor libro que he leído en mucho tiempo”. </em>Estas opiniones, que no pasan la barrera de lo tonto, se quedan abrazadas a los libros: en urgentes vitolas llamativas, o (y es horrible) en el material variable de la contraportada. Tal falta de prudencia se practica hoy sin el menor arrebol. En la mayoría de los casos proviene de la crítica de masas, y en el fondo no es más que simple publicidad. Si en publicidad se han disuelto las ancianas ideologías (la diferencia entre publicidad e ideología reside tan solo en el producto y en el énfasis), cómo iba a resistirse el acto humilde y solitario de la lectura.<br /><br />Digo esto porque Pearl S. Buck era ya ganadora del Premio Pulitzer (debió haberlo sido un año antes), y porque consiguió un éxito de ventas considerable en sus primeros volúmenes. Publicó su primer libro con 38 años y, como se le dio tan bien, no pararía hasta el final. Su vida transcurrió entre Estados Unidos (país donde nació) y China (sus padres fueron misioneros). <br /><br /><em>La madre</em> fue su sexto libro. Es una novela humilde: la arquitectura es sencilla, sus personajes no requerirían de nuestra atención de no ser por la mano maestra de esta mujer. Ocurre en algún lugar de China, ese vasto territorio que puede ser una metáfora del mundo. La autora lo sabe y evita, con sustancial acierto, los nombres propios. Los personajes son madres, hijos (mayores y menores), esposos, la doncella ciega…; los lugares son la ciudad, los campos, el pueblo, el santuario, una tumba. <br /><br />La madre (la autora no despista) es el personaje principal. Sus sentimientos, sus preocupaciones, sus deseos, son hermanos de los nuestros, porque los comprendemos y los justificamos. <em>“Algo se mueve”,</em> decía Aristóteles como suma de todo su conocimiento. También en este libro algo se mueve: la compasión. La madre es abandonada con tres hijos, trabajará la tierra hasta que éstos puedan a su vez heredarla con su trabajo, casará a sus hijos y quedará en su casa hasta el día de su muerte. En medio está el amor, está la muerte, está la solidaridad de los luchadores, está el budismo, está la soledad, está el orgullo. Y la tragedia. <br /><br />Pearl S. Buck no sólo nos regaló con ésta una buena novela, también dejó la huella de generaciones que, como nosotros, contemplaron las estrellas, y cuyos versos, muy lejos de inmortalizarse, sólo fueron sentimientos puntuales (cabe la posibilidad de que lo inmortal sean esos sentimientos puntuales y no los versos). No en vano fue una ferviente defensora de los Derechos Humanos y una delatora de la injusticia de la que tantas veces fue testigo. <br /><br />La injusticia sale en el libro. Cito: <em>“¿No sirven las penas para expiar? ¡Ay! He estado muy llena de penas toda mi vida, y siempre he sido pobre. Pero los dioses no conocen la justicia.”</em> Los griegos conocieron la idea de la no intervención divina en el mundo, y esa idea, de ser cierta, anularía el final de la queja. Por otro lado: Teresa de Calcuta se mostraba dispuesta a engrosar las filas de cualquier manifestación a favor de la paz, pero se negaba a acudir a manifestaciones en contra de la guerra. Esta actitud proviene de una frase de Jesús de Nazareth, que se recoge en Mateo (por lo menos) y reza: <em>“No resistas al mal”. </em>Esta frase, luminosa como pocas, cabreaba mucho a Nietzsche y nunca quiso entenderla. Es comprensible que así sea, ya que anula uno de los primeros peldaños de su pensamiento, que es Schopenhauer. Aunque con algunos altibajos la madre sigue ese consejo, no por propia voluntad, sino como la inmensa mayoría: porque no le queda otro remedio. Tiene su explicación, pues como nos dice más tarde:<br /><br />“<em>Cuando una sacerdotisa me gritaba que tenía que aprender el camino del cielo, estaba yo demasiado ocupada con los hijos pequeños, y ahora, cuando vienen a decirme que debo aprender el camino del cielo, soy demasiado vieja ya y habrán de aceptarme en el cielo tal como soy o pasarse sin mí”. </em><br /><br />El pasaje es memorable, y esta vez acierta de pleno. No es el único: en las vidas sencillas y monótonas subsisten las mismas verdades que en los más altos palacios.<br /><br />Citaré unas últimas palabras: <em>“Nunca temo morir en verano, hija! ¡El sol es como sangre nueva y nuevos huesos para una vieja seca como yo”. </em>Una frase así, puesta convenientemente sobre un libro, me intrigaría lo suficiente como para comprarlo.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-62183967757415226932009-08-17T03:24:00.006+02:002009-08-28T01:05:03.635+02:00El militar fanfarrón, Plauto<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAr7-BAh3bFRA7qdL20BPD-KoFO5acfSkGOcJfgt8swA3J25DcqPxRsxxZ9dkOMK8Y_hWo8cE97bT-E5tfn99pCqxidijvjFYNEUEKAYOPEkLEnbgifICo2ebFeDwJDd5Na6UoVzbWVG4/s1600-h/plaut.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 195px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjAr7-BAh3bFRA7qdL20BPD-KoFO5acfSkGOcJfgt8swA3J25DcqPxRsxxZ9dkOMK8Y_hWo8cE97bT-E5tfn99pCqxidijvjFYNEUEKAYOPEkLEnbgifICo2ebFeDwJDd5Na6UoVzbWVG4/s200/plaut.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5370746394357069410" /></a><br />No es descabellado pensar que en la Grecia Antigua pasó el mundo, y que el tiempo actual es tan solo una secuela, un tanto descabellada, de lo que ya se dio. A.N. Whitehead tuvo que pensar algo así, al menos durante una temporada. En algún momento dijo que la filosofía occidental no era más que un conjunto de notas a pie de página a la obra de Platón. Es probable que no se equivocara. <br /><br />Lo mismo podría decirse de las artes dramáticas, y en particular, de la comedia. La Comedia Antigua utilizó los mitos para aleccionar al personal (los mitos apenas sirven para más cosas). Cuando el público se cansó de tanto néctar, los autores multiplicaron los recursos de Dioniso. Apareció la Comedia Nueva: Los héroes y las hazañas fueron sustituidos por ciudadanos y argumentos de poca monta, la vida diaria robó el escenario al mito. (Este proceso ha pasado cientos de veces en poco más de dos mil años; en ocasiones la sola obra de un escritor lo aúna). Uno de los principales autores que cultivaron este nuevo género fue Menandro, un sabio amigo de Epicuro que sustituyó a Aristóteles al frente de la Academia. <br /><br />Nombro a Menandro porque muchas de sus obras fueron adaptadas por los autores latinos. Éstos, que carecían de tradición, versionaron, tradujeron y se inspiraron en las comedias griegas. No buscaron el genio de Aristófanes, demasiado rocoso y encadenado a su Atenas. Encontraron la Comedia Nueva, la que Menandro cultivó, más cercana y con el condimento universal del ridículo entre sus principales ingredientes. Los autores latinos no ocultaban estas influencias (Roma, cuyo imperio llegaría a ser gigantesco, miró siempre alucinada las proezas de la cultura griega). El resultado es lo que se conoce con el nombre de Comedia Palliata. A este género pertenece El militar fanfarrón, basada en un libro titulado <em>‘Alatson’</em>, de autor desconocido (las dos últimas palabras son preciosas juntas). <br /><br />De la vida de Plauto (s.III-II a.C.) se conservan pocos datos que pueden no pasar de conjeturas. Nació libre, pero en una familia de recursos menguantes. Probó con el comercio, pero en algún momento la suerte se lo desbarató. Se dice que para ganarse el pan se vio obligado a empujar una rueda de molino. Puede que el lobo del fracaso y la penuria le descubriera la luna de las grandes empresas. Lo cierto es que en el barro de la pérdida levantó una alfarería resplandeciente. Se le adjudican 21 obras, no todas completas. Llegó a ser famoso y respetado, y al final de su vida conoció la riqueza. <br /><br />Roma salía entonces de la Segunda Guerra Púnica. Vencedora, extenuada, conocía los primeros peldaños del imperio. Sufragado por los gobernantes, el teatro (que se representaba durante las fiestas religiosas) se convirtió en un importante elemento de distracción de un pueblo que aireaba por las calles los laureles de los triunfos y las lágrimas por sus muertos. <br /><br />Plauto escribió sus comedias para esa turba libre que perseguía aferrarse al mundo a pesar de los días y las noches. En algún momento, quizá en su juventud, conoció el griego literario. Ya mayor lo emplearía para lustrar los atardeceres de Roma con la armonía de unas risas simultáneas. <br /><br /><em>El militar fanfarrón</em> es un libro divertido (y algo más) que hoy apenas se lee por placer, lo acapara el uso académico que hace de él ejemplo de una época y de un tipo de comedia. (Esto es horrible para un escritor, más todavía si ya no cobra derechos.) Plauto merece algo más que figurar en los libros con esa función. Merece ser leído, porque vale la gracia. <br /><br />Cinco actos, dispares en extensión. La ciudad de Éfeso, donde acontece la trama. El tipo que da título al libro, el militar fanfarrón; otros: el esclavo pillo y tramador, la mujerzuela desvergonzada, la mujer raptada… La Ilíada narra el rapto de Helena de Troya, y este libro no lo ignora. En algún momento el militar fanfarrón cree superar en belleza a Paris; poco antes del verso 1290 leo:<br /><br /><em>Pero sabiendo que muchos han pasado por muchas cosas<br />deshonestas y ajenas a las buenas costumbres por amor,<br />-no digo ya de Aquiles, que permitió que matasen a sus conciudadanos…-</em><br /><br />Este último verso podría ser el título de una Tesis doctoral. Los puntos suspensivos permiten a Plauto cambiar de tema radicalmente. Quizá también alguna reacción del público: dos milenios después a mis cuerdas vocales se les escapaba un Oh! y yo me sonreí al comprobar, una vez más, lo permeables que son los órganos al arte.<br /><br />Hace una semana escribí sobre este mismo libro, pero perdí mis líneas. Entonces me subía por las ramas del argumento, y no me apetece volver a las andadas. Barajé olvidar a Plauto y comentar La carretera, de Cormac McCarthy, pero recordé que había decidido no meterme con nadie. De forma que volví a Plauto y a su tonto militar…, al fin y al cabo cómo se puede uno olvidar de Shakespeare, de Corneille, de Moliere, de N.M. Las buenas cepas literarias dan a veces vinos tardíos, con otras denominaciones de origen. <br /><br />Acabo, ya es tarde (y el vino es peligroso), con una frase graciosa, profundamente graciosa:<br /><br /><em><br />Mas nadie sabe suficiente él solo. Que yo he visto con frecuencia a muchos salir de las regiones de la sensatez antes de haberlas hallado. </em><br /><br />Yo también. Larga vida a Plauto.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-16216866993458512242009-08-05T04:44:00.005+02:002009-08-28T01:06:03.220+02:00¡Escuchadme ciudadanos!, Evgueni Evtushenko<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzTXCFU02J1hvVS4vnEpyhMucChxJrZLVV1BKxIFwDt8ZDvl1uluy4MlTs74s-p6iV0REYjvfbL_4ypkFMb-7TFwcDW4oIjab8vUBi9PatsnF_2ILICIQ_0WJiS5PgHjr12kE1YymlX00/s1600-h/Yevtushenko2.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 140px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhzTXCFU02J1hvVS4vnEpyhMucChxJrZLVV1BKxIFwDt8ZDvl1uluy4MlTs74s-p6iV0REYjvfbL_4ypkFMb-7TFwcDW4oIjab8vUBi9PatsnF_2ILICIQ_0WJiS5PgHjr12kE1YymlX00/s200/Yevtushenko2.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5366305581223962770" /></a><br />Tengo un amigo que una vez cerró un quiosco. Tenía un centenar de libros viejos y maltratados que su mujer iba a olvidar en la basura, pero él los rescató porque se acordó de mí. Le debo a la puntualidad de su memoria muchos momentos buenos, un par de estantes y el contacto con escritores que, de otro modo las cosas, hubiera tardado mucho más en conocer. Evgueni Evtushenko es uno de esos escritores.<br /><br />Nació en Zima (1933), un pueblo por donde pasa y para el Transiberiano. De niño conoció la fatalidad del destino, pero ¿qué es el destino para la gente buena? A los 19 años publicó su primer volumen de poesía, y hasta hoy. Actualmente prepara una amplia antología de poetas que recorre 10 siglos (del XI al XXI). He leído que fue político, que trató de devolver al arte su necesaria libertad de conciencia en la gigantesca URSS, que fue corresponsal de Pravda en Cuba, que conoce el castellano y que ha cultivado versos en esta lengua. <br /><br />El libro que leí lo publicó Ediciones 29 en 1977. Es el segundo volumen de su obra completa, la de entonces, y abarca desde 1959 hasta 1964. Cada año tiene sus poemas. El orden cronológico es un orden débil, pero también es fácil y ayuda en algunos casos (como en los diarios del sesudo Canetti). <br /><br />A Evgueni Evtushenko no lo define un estilo, una suma de recursos, sino su mirada, su sentir cotidiano. En este libro caben versos sobre el ejército ruso, sobre un encuentro con Hemingway, sobre una actuación de Edith Piaff, sobre Maupassant, sobre el amor, sobre Lermontov, sobre las madres. Poesía de gramática tensa (lo intuyo por la traducción) pero que quiere ser leída en voz alta, como prefiere Evtushenko. Muchas de sus composiciones son ejercicios de retórica(+) y de oratoria. El conjunto posee una fuerza arrolladora. Tanto que supuse que este hombre habría estado nominado al Nobel en alguna ocasión. Resultó ser que en bastantes. Una pena que su obra no se edite ahora mismo en este país. <br /><br />Se intuye algo de Mayakovski, de Pasternak, pero hay también un toque de los <em>beat writers</em>, y de Lorca (creo), y de los clásicos de siempre. Por ejemplo: Hay un poema (Reíanse tras la pared) que contiene estos versos:<br /><br /><em>“La vida es un equilibrio.<br />La envidia es un autoultraje.<br />En realidad, de la desgracia tuya<br />la felicidad ajena es expiación.”</em><br /><br />Esto es igual a unas líneas de Lucrecio (no puedo ponerlas porque tuve que dejar el libro). La poesía de Evtushenko se mueve en una geografía amplia, como animando a su difusión, que se produjo más tarde. Hay poemas que ocurren en Copenhage, en Crimea (precioso nombre), en París, en Cuba, en Harvard, en Moscú, en Ucrania, en las riberas del Kliazma, del Pechora. Están como anclados a la tierra, crecen con ella (la mención a la geografía, cuando se usa, es uno de los mayores peligros para el poeta, pues ofrece pistas importantes sobre la credibilidad que merece). También sabe bucear en los angostos territorios del alma, y aunque raramente encuentra nada nuevo (eso es muy difícil), siempre nos regala unos versos notables. Me gustan los siguientes:<br /><br /><em>¡Oh, Dios mío, deja que sea poeta!<br />No permitas que engañe a la gente. </em><br /><br />También estos versos de un poema que se titula <em>El vacío</em>:<br /><br /><em>Oh, sobre toda agitación<br />bendita sea la dulzura embriagadora<br />de un tranquilo y luminoso vacío<br />precursor de un alma que se llena. </em><br /><br />Pero sobretodo éstos: <br /><br /><em>“¡Existe el juicio de Dios, confidentes corruptos!”<br />y el juicio del poeta es el juicio de Dios. </em><br /><br />Suele decirse que la obra de un poeta queda justificada si perduran cuatro o cinco poemas buenos. Esta tontería la diría el inventor de las antologías, no lo sé. Sé que en este libro sobran pocos poemas, porque si pocos son buenos, muchos son mejores. Además: entre todos ellos levantan la bandera de este libro, como en ese esfuerzo de los soldados americanos fotografiados en Iwo Jima. <br /><br />Poco más que añadir. Con mi débil ruso no podré leer como toca a Evtushenko hasta dentro de un tiempo. Puede que lo intente en inglés, en francés hay muy poco. Algo en castellano circula por la red, con sus pros y sus contras. Me ha llamado la atención este poema:<br /><br />LA TERNURA<br /><br /><em>¿Dónde y cuándo se puso eso de moda?<br />“Indiferencia por los vivos,<br />atenciones con los muertos”.<br />Los hombres van encorvándose,<br />aficionándose a la bebida.<br />Los hombres desaparecen, unos tras otros,<br />y se pronuncian para la historia<br />tiernos discursos sobre ellos,<br />en el crematorio...<br />¿Qué quitó la vida a Maiacovski?<br />¿Qué le puso el revólver en la mano?<br />A él-<br />con su voz,<br />y su apariencia- <br />debiósele dar en vida<br />una mala pizca de ternura.<br />Los vivos son un estorbo.<br />Sólo después de la muerte se premia con la ternura.</em><br /> <br />También, y acabo, éste:<br /><br />ELOGIO PARA LA POESÍA<br /><br />Tiutchev, un poeta ruso del siglo XIX, exclamó una vez:<br />“¡Oh, si las alas vivas de las almas, agitadas sobre la multitud,<br />nos salvaran de la inmortal vulgaridad de la gente!”<br /><br /><br /><em>Hoy todos somos testigos de un complot mundial<br />de la vulgaridad triunfante contra la exquisitez humana.<br />Pero si la vulgaridad es inmortal, también es inmortal<br />la resistencia contra ella.<br />La persona que no tiene poesía interior<br />se convierte sin darse cuenta en un zombi.<br /><br />Hace mucho tiempo, en una de mis otras vidas,<br />estuve en un pequeño pueblito colombiano en la Amazonia,<br />donde viven los indios cazadores de cocodrilos.<br />Para ellos, un invitado es una persona sagrada.<br />Cuando salieron a mi encuentro tocaron tambores,<br />se tiraron de los cabellos y lloraron a lágrima viva.<br />“¿Por qué lloráis?”, pregunté sorprendido.<br />“Porque luego te irás”, respondieron los indios.<br />Cuando me iba, también tocaron tambores, pero esta vez<br />bailaban alegremente, haciendo que yo bailara con ellos<br />su alegre danza. Me pusieron lirios blancos en el pelo<br />y, como niños, saltaban por encima del fuego.<br />“¿Por qué estáis todos tan alegres?”, pregunté.<br />“Porque tenemos la esperanza de que regresarás”, contestaron.<br />Esto es poesía que, gracias a Dios, vive en la humanidad.</em>a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4478103210315181308.post-53109109025134351942009-07-24T11:40:00.007+02:002009-08-28T01:06:53.532+02:00De rerum natura, Lucrecio<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_rhjjzrIlcU7V0y-0nqU3POgtNlf9nVc4k51Zhvcjw1ou1-ug3NyeAfx7HkS0q6w5QDRQxntVn2kCJKZ6ROBsYyDuzuSTzZg4qpp1pYGoTZIlTxNbsus4HCBXw6mzKZuebmCGCS4ZHxA/s1600-h/EarthOverAfrica.jpg"><img style="float:left; margin:0 10px 10px 0;cursor:pointer; cursor:hand;width: 191px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi_rhjjzrIlcU7V0y-0nqU3POgtNlf9nVc4k51Zhvcjw1ou1-ug3NyeAfx7HkS0q6w5QDRQxntVn2kCJKZ6ROBsYyDuzuSTzZg4qpp1pYGoTZIlTxNbsus4HCBXw6mzKZuebmCGCS4ZHxA/s200/EarthOverAfrica.jpg" border="0" alt=""id="BLOGGER_PHOTO_ID_5361962927539169362" /></a><br /><em>“Hay en el hombre una fibra de veneración”. </em>La cita es de Goethe. Schopenhauer la recogió en uno de sus aforismos a modo de crítica: Hay personas y cosas poco venerables que el vulgo se encarga de ensalzar, tratando de satisfacer esa especie de instinto que señala la cita. Apuntaba a la nobleza, a las familias reales; apuntaba al dinero. <br /><br />La vida humana, que se ha vivido tantas veces, ha sabido, con pocas variantes, hacer algo único de cada existencia. Cuando un hombre corona alguna cima del pensamiento o de la acción, los demás se interesan por su vida, y, si no llegan tarde, las biografías resultantes suelen ser amplias y contener detalles microscópicos. Leía recientemente en una revista de música cómo unos investigadores valencianos veían la presencia del plomo en algunas de las composiciones de Beethoven. La estancia del enorme Rimbaud en África, su convivencia con una mujer abisinia, su silencio, no han llamado menos la atención que las jóvenes (pero inmortales, ¿era Bolaño quien asociaba la gran poesía a la juventud y citaba a Rimbaud, y citaba a Lautreamont?) creaciones del poeta de Charleville. Bueno, bueno…<br /><br />De la vida de Lucrecio se sabe muy poco, casi nada. Vivió en el siglo I a. de C., fue contemporáneo de Cicerón y de Catulo. Se dice que se intoxicó con un filtro de amor y anduvo enfermo de la cabeza (con periodos de lucidez y recaídas) hasta su muerte. Se dice que se suicidó. Joven: 43-44 años. Nos dejó <em>De rerum natura</em>, un título corto para una obra vasta, en extensión y en propósitos. <br /><br /><em>De rerum natura</em> quiere explicar el mundo en 6 libros. Lo logra, con el arte de los versos. Está dirigido a un tal Memmio y tiene un marcado carácter didáctico. La altura poética y una aguda observación del mundo se unen para formar un libro fabuloso. Se citan nombres célebres. Epicuro y Demócrito (Leucipo no recuerdo haberlo leído) son los que salen ganando; Empédocles, Anaxágoras, Pitágoras, Heráclito son los otros, por los que Lucrecio siente una devoción variable.<br /><br />Este libro acepta alabanzas que en muchos otros serían exageradas. Cito a Ovidio: <em>“Los versos del sublime Lucrecio morirán sólo cuando un día traiga el fin del mundo”. </em>Cito a Schlegel: <em>“El es el primero de los poetas romanos por inspiración y sublimidad, como cantor y descriptor de la naturaleza el primero de entre todos los que nos han llegado de la antigüedad”. </em> Hay otros que han reconocido la influencia de Lucrecio en sus obras: Séneca, Pope, Diderot, Goethe, La Fontaine, Montaigne, Swinburne, Newton, Bruno, Moliere, Ronsard, Leopardi, Shelley… Una lista interminable. <br /><br />Muchas veces se ha asociado el ateísmo al pensamiento de Lucrecio. Sin embargo, tienen poco que ver. Lucrecio niega la intervención de la divinidad en este mundo nuestro, no su existencia. Newton dice que esta doctrina (la que cuenta Lucrecio) es antigua, pero verdadera, y señala el error que supone una interpretación atea de la misma. Lucrecio, como Epicuro, como Arquímedes, encuentra el sentido de la vida en la contemplación activa del mundo, en la compresión profunda de la realidad. La percepción de un orden, de cierta arquitectura, eleva el alma humana hasta su cumbre. El miedo se supera, las tinieblas se alejan. Los sentidos pueden explicar todos los fenómenos. Supersticiones, magias, padecen el destierro. <br /><br />Leí este libro por primera vez hace un par de años. Desde entonces se ha convertido en una obra de consulta. Es un libro profundamente inspirado y regala la paz de los consejos relucientes. Lo digo yo, pero me animaré a copiar unas palabras de Federico el Grande: <em>“Cuando estoy afligido, leo el tercer libro de Lucrecio; es un paliativo para las enfermedades del alma”. </em>Lo abarca todo: desde el nadar de los peces hasta las fases de la luna o el infinito. También el amor, que Lucrecio contempla desde una lejanía amarga. Sobre el tema del libre albedrío, que llevó de cabeza a toda la escolástica, Lucrecio avanzó, defendiendo la libertad humana, una solución cuántica (aunque también es defendible cierto determinismo desde esta perspectiva). Intuye que para la pequeña dimensión de los átomos la cuestión no tiene sentido. Ese mundo es caótico, y frente al caótico mundo de lo mínimo, la unidad de conciencia se contempla como libre. El mérito de la idea es de Epicuro, quien consiguió de este modo aceptar las tesis atomistas rechazando su determinismo. <br /><br />Este libro es un portento único en toda la especie humana. Dicha especie, en contra de lo que podría pensarse, no siempre busca lo mejor: busca lo nuevo. No hay otro modo de explicar la perpetua ausencia de Lucrecio (y de algunos otros) en las listas de los libros más vendidos de cualquier país. Han habido esfuerzos notables para que todos los hombres conocieran este poema. Bergson, por ejemplo, realizó una edición escolar con un selección de textos explicados. <br /><br /><em>De rerum natura</em> despierta un sentimiento de veneración. Su lectura es tan ágil, tal alta, tan placentera, que yo he recordado estas noches de julio los saltos infantiles de las camas elásticas.a.a.http://www.blogger.com/profile/10268807561183277421noreply@blogger.com1