viernes, 9 de abril de 2010

Una libertad soberana, Georges Bataille


Este libro recoge (según leo en la contraportada) palabras de Bataille que nunca se añadieron a sus obras completas. Un artículo sobre España más o menos interesante, reseñas de libros que el autor publicó camuflado con pseudónimos, algún ensayo suelto y la transcripción de 8 entrevistas (algunas de ridícula extensión) que concedió a los medios de su época.

Todavía Bataille no escapa de la visión idealizada que buena parte de la cultura europea tenía sobre España. No acaba uno de explicarse cómo un francés (que pasó cierto tiempo en este país) recurre a los tópicos de Hemingway para hacerse entender. No está del todo mal, en mi opinión, pero tiene un interés salvable.

Las reseñas bibliográficas ocupan la mayor parte del volumen que edita Paradiso. Aunque algunas se salvan, en general son reseñas bastante mediocres. En algún caso el autor parece no haber leído el libro. Estas son las líneas que quieren explicar las Intimidades berlinesas, de Isherwood (probablemente el mejor libro de los que reseña):

«”Uno de los mejores libros de este tiempo”, según Stephen Spender. Hacia 1920 no se había dicho nada mejor de Paul Morand… No se puede negar la soltura y la naturalidad del autor. Y no se podría encontrar pintura más delicada ni aparentemente más verdadera de Alemania en vísperas de la ocupación nazi que esta novela de agradable lectura.»

Como Bataille solía ser más brillante, uno piensa que sus pseudónimos (esta vez) tratan de relajar su responsabilidad sobre las reseñas. Y es que a veces la agenda no da para más.

Aunque muy lejos de aquella biografía de Quevedo que editó Vitae (obra cumbre de erratas) o de La montaña mágica de Porrúa (yo leí la 2ª edición) el libro presenta ciertas gracias indeseables. En la reseña dedicada a Soviet Philosophy. A Study of Theory and Practice (de un tal John Somerville) se lee: realcionó, filosofóa, Isistir, trasncribir y filsófica. Afortunadamente tal densidad de tensiones no es habitual.

Más adelante leemos un panegírico de Maurice Blanchot. Creo que es lo mejor de este libro de Bataille. Luego las entrevistas. En ellas Bataille muestra su visión transgresora, su fascinación por el misticismo, su difícil infancia. No se pueden negar algunos destellos fascinantes entre las cintas de Moëbius de las conversaciones.

Bataille fue, a su modo, un existencialista. Cultivó fetichismos inquietantes y sintió predilección por los abismos. Como muchos existencialistas se exageró de tal modo, que el mundo le llegó pequeño y ya sin fuerzas. Mitómano por naturaleza, dio cobijo al surrealismo y a Freud. Pero desde esa parte lúgubre de la especie que, por suerte o por propia decisión, acabó habitando, Bataille tiene cosas que decir. Y las dice, cómo no, pero no en estas páginas.