miércoles, 22 de abril de 2009

"…todo es cábala", Gershom Scholem


Leibniz guardaba sus innumerables trabajos (muchos miles de hojas manuscritas) amontonados en una habitación que él tenía el gusto de llamar “la mole”. Así –no entiendo el alemán- lo he visto traducido. Otra “mole” nos dejó Gershom Scholem, personaje único en el panorama europeo del siglo XX. Estudió matemáticas, pero acabó siendo el mayor experto en un saber olvidado: la cábala. Conoció a Buber, a Weber, a Meyrink…, y tuvo bastante influencia en la vida de Walter Benjamín.

Este libro es otro más de Trotta dedicado a recopilar opúsculos y conversaciones de este hombre. Está compuesto de tres partes: una entrevista (diálogo pone en la portada) bastante amplia y variada, sus “diez tesis ahistóricas sobre la cábala”, y una revisión de la figura de Scholem por parte de Jörg Drews, que es quien hace la entrevista.

No tiene desperdicio: cuando este hombre se pone a hablar a uno le sale escucharlo. Habla de Lenin, de Brech, de Kafka, de Benjamín, de Dios… De Leopold Bloom, el personaje del Ulises de Joyce, dice que no puede ser judío (sic). Cuenta su marcha a Israel, su curiosa trayectoria académica, llena de coincidencias y casualidades.

Como sabía mucho, el libro recoge cosas sugerentes sin que él lo pretenda. Se señala la importancia de España, la del siglo XIII, en el desarrollo de la cábala. Dice que ésta, la cábala, nace, en torno al 1200, “en Provenza, en el sur de Francia, y también en Languedoc, en la región de Narbona…”. Y es curioso porque en ese lugar y en ese tiempo floreció también el catarismo, en el seno de una población rica, donde también floreció el comercio judío. Estos judíos hacía unos pocos años que podían poseer la “Guía de perplejos”, de Maimónides, que tanto se opuso al misticismo. Tanto el catarismo como la cábala tienen una importante influencia del gnosticismo (el acercamiento a Dios es introspectivo y el conocimiento que se adquiere es superior a la fe).

La parte más delicada de la entrevista es, cómo no, la que discute la vertiente sionista de Scholem. Ahí, ciertamente, la razón desaparece. Hay otros motivos.

Las diez tesis son breves e interesantes. En la última, bastante bella, habla de Kafka. Acaba así: “…sus escritos, que ofrecen la secularización del sentimiento cabalista del mundo (desconocido para el propio Kafka), poseen, para algunos lectores actuales, algo del esplendor estricto de lo canónico: de lo perfecto que se quiebra”.

En la última parte, se repasa, a modo de tributo, la vida de este erudito, desde que se rebela contra su padre (judío asimilado) por la cuestión de sus estudios hasta que muere en Jerusalén, unos meses antes de empezar el Mundial de Fútbol que tuvo lugar en España.

17.000 libros descansaban en su casa.

3 comentarios:

El blog de Mila dijo...

A ver si ahora lo hago bien, nada que me encanta todo lo que has puesto...es una regalo y una gozada. Sigue así. Yo ya soy favorita.

Un beso

El blog de Mila dijo...

super super interesanta. Por cierto has leído sobre Kábala a Mario Satz? Es muy poético

a.a. dijo...

No, todavía no leí nada de Satz, es uno de los que tengo apuntados. A ver si pronto lo hago.