jueves, 10 de diciembre de 2009
Viaje por mar con Don Quijote, Thoman Mann
En 1934 Thomas Mann tenía 58 años. Escritor consagrado, saboreaba, distante y educado, las múltiples atenciones que le concedió la fama. En mayo de ese año Mann y su esposa navegaron desde Boulogne hasta Nueva York. Era el primero de una decena de viajes (Mann acabaría fijando su residencia en EEUU y obteniendo la nacionalidad estadounidense). Para el trayecto Mann escogió una lectura selecta: ese libro de Cervantes. Recogió los 10 días de travesía en un diario que fue entregado luego al público.
Conviven en este libro las observaciones más inocentes con los pensamientos más enrevesados, pero eso es comprensible: La cabeza de Mann siempre fue más grande que el mundo que pudieron ver sus ojos. Da gusto leer la inteligencia de este hombre, las asociaciones que se le ocurren, los saltos lógicos que obligan a la lenta relectura, las conclusiones que obtiene mientras (supongo) contemplaba el plácido Atlántico de la primavera.
Las reflexiones que le sugiere “El Quijote” son siempre hondas y elegantes, pero aquí se ha hablado mucho de Cervantes. En algunos instantes los pensamientos de Thomas Mann acerca de “El Quijote” me recordaron a las raras impresiones de Lord Byron. De todos modos, el verdadero interés del libro está en el propio Mann, en la mezcla completa de la vida de un cincuentón muy listo. Camacho, Erwin Rodhe, Cide Hamete Benengeli, E.T.A. Hofmann, Sancho, Einstein, Cervantes, Boccaccio, Felipe III, Nietzsche, Ricote, Apuleyo… Muchos tienen su parte en este breve volumen. El lector no sabe nunca lo que va a encontrarse en la página siguiente. Y esta vez de verdad, porque ni el propio Mann lo sabía (al menos en parte). La vida es así, por mucha trampa que tengan los diarios.
Porque… ¿tiene trampa este diario? La verdad es que no me imagino a Thomas Mann, metódico y perfeccionista hasta la medula, cambiando sus hábitos pasados los 50. ¿Cómo creerse que el autor de “La muerte en Venecia” leyó en 10 días “El ingenioso hidalgo…” y se puso a escribir sus pensamientos a sotavento? Como todo lo que escribió este hombre cada día de viaje debió planearse con cuidado. Seguramente le llevó meses componerlo, y por eso lo leemos hoy.
Para saciar la curiosidad y las páginas del libro, RqueR ofrece fotografías de los trasatlánticos en los que viajó Thomas Mann. Hay también fotos del autor en diferentes barcos y, ya en tierra, con personalidades de la época.
Curioso libro.
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